Nadie puede negar que Sylvester Stallone fue un portero de leyenda en la película «Evasión o Victoria», y tampoco que Manuel Ruiz de Lopera fuera un presidente que sabía perfectamente como llevar a cabo un fichaje estrella para su Real Betis Balompié. Si a ello le sumábamos la sana «obsesión» de los clubes reconvertidos a Sociedades Anónimas por encontrar ingresos atípicos, todo era posible en el panorama futbolístico de finales de los 90.
Sin embargo, lo del Betis de Lopera iba camino de convertirse en un récord Guinness, ya que sumaba más de 231 acuerdos con diferentes empresas, mediante los cuales el club cobraba royalties por la venta de productos que utilizaban la imagen del club. Entre ellos, destacaban los jamones y quesos Betis, la Cola-Betis, o los Seguros-Betis firmados con AGF La Unión y El Fénix. Aquel enésimo nuevo proyecto de Lopera superaba en imaginación a todos los anteriores: fichar a Sylvester Stallone para hacer realidad un Betis «de Cine».
Para llevar a cabo aquel magno proyecto, el consejero delegado bético incluso viajó a París para negociar el contrato con el actor. La idea no era ficharlo para competir con Prats, Jaro o Valerio, sino para abrir un «Planet Hollywood» en Sevilla, pero con una temática centrada en el Betis. Tegasa, empresa de Lopera, se encargaría de poner el edificio donde se ubicaría el restaurante, que hubiera sido el segundo de este tipo en España, tras el de Barcelona. El plan incluía una presentación espectacular, con un descenso apoteósico de Stallone en helicóptero al estadio Benito Villamarín. El actor era una de las 3 estrellas fundadoras del proyecto, junto a Bruce Willis y Arnold Schwarzenegger.
Si las negociaciones entre Tegasa y Stallone hubieran llegado a buen puerto, Sevilla podría haber tenido un restaurante «Planet Hollywood» temático, con detalles verdiblancos por todas partes. Los béticos hubieron podido cenar en mesas llamadas «Alfonso» o «Lopera», disfrutando del ambiente del club. Además, Lopera también estaba en negociaciones para firmar un acuerdo con Motorola, lo cual permitiría al Betis obtener royalties del «teléfono móvil-Betis». Finalmente, ambas operaciones no se pudieron llevar a cabo, y en 2001 la cadena de restaurantes entró en bancarrota.