Lev Yashin estuvo muy cerca de fichar por el Real Madrid para emular a su ídolo Ricardo Zamora, aunque el amor eterno por el club de su vida lo impidió.
El único guardameta premiado con el Balón de Oro, no solo vistió la camiseta nacional durante 18 años (1953-1971), sino que ganó cuatro ligas en seis temporadas con el Dinamo, unos éxitos que le convirtieron en una celebridad internacional en los Juegos Olímpicos de 1956 y, especialmente, en la Eurocopa de 1960, la primera de la historia.
Precisamente, tras conquistar la Eurocopa en París, Lev Yashin conoció al presidente del Real Madrid, Santiago Bernabéu, que intentó ficharle cuando la selección de la URSS celebraba la victoria en un restaurante en la Torre Eiffel. “A todos les propusieron un contrato con el Madrid, pero a mi padre le ofrecieron un cheque en blanco. Ello es debido a que los directivos del equipo español consideraban que no tenía valor. A pesar de ello, todos los jugadores soviéticos sabían que era imposible jugar en otro país, ya que las autoridades soviéticas y, más concretamente, el KGB no lo permitirían”, recuerda Irina, su hija.
“En aquellos tiempos soviéticos y occidentales éramos demasiado diferentes. Si hubiera firmado el contrato, no habría ahora un estadio con su nombre. Era un auténtico patriota”, asegura el yerno de Yashin. Los próximos años no fueron fáciles, especialmente después de que la URSS decepcionara en el Mundial de Chile 1962, en el que la prensa “le echó toda la culpa de la derrota a Yashin”.
Yashin también fue de nuevo objeto de las críticas cuando los soviéticos cayeron ante los españoles en la final de la Eurocopa de 1964, ya que los especialistas consideraban que podía haber hecho mucho más en el gol de cabeza en plancha de Marcelino. En el momento más bajo de su carrera Yashin fue convocado para el histórico partido entre Inglaterra y el resto del mundo para conmemorar los cien años de la fundación de la federación inglesa de fútbol.
“Entonces, sintió que estaba entre los más grandes futbolistas del mundo. De hecho, ese fue siempre su partido preferido. Hizo muchos amigos que le vinieron a visitar después”, admite. Compartieron equipo ese día con el guardameta soviético, míticos futbolistas como Di Stéfano, Gento, Puskas, Uwe Seeler, Eusebio, Kopa o Bobby Charlton.
“Se llevaba especialmente con los alemanes, aunque no había pasado tanto tiempo desde la guerra. Se hizo amigo de Beckenbauer. Hablaba un poco de alemán”, recuerda Irina. Tanto Beckenbauer como Pelé, con el que trabó una estrecha amistad a lo largo de su carrera, vinieron a visitarle a Moscú una vez colgó las botas y ambos seguían en contacto con su viuda, Valentina, después del fallecimiento del portero en 1990.