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“Let’s Make a Soccer Team!”, el mánager “diferente” de Sega

 

Si bien la relación de Sega con el género de la simulación y la gestión futbolística ha sido fructífera en PC, gracias a la saga “Football Manager”, la historia cambia cuando entramos en el terreno de las consolas domésticas. “Let’s Make a Soccer Team!” fue un fallido intento de revertir esa situación.

 

 

Cada otoño, los aficionados a los videojuegos de fútbol se debaten entre “FIFA” y “PES” (ahora “eFootball”), al menos en lo que a consolas se refiere. En el pasado, la oferta de títulos era mayor, y había espacio incluso para propuestas de gestión, un género tremendamente popular entre el catálogo de juegos para ordenador, pero con poco tirón en sistemas como PlayStation 2, por ejemplo.

En pleno año 2006, al borde del cambio de generación, Sega publica, precisamente para PS2, “Let’s Make a Soccer Team!”. Conocido en Japón como “Pro Soccer Club” o también “Tsukuro! Euro Championship”, es parte de una saga que solo ha llegado a Occidente en dos ocasiones, con “Sega Pocket Club Manager” (2018; Android, iOS) siendo la segunda de ellas.

 

 

“Let’s Make a Soccer Team!” nos propone crear un equipo con base en Europa y hacerlo crecer hasta convertirlo en el club más importante del mundo. En vez de enlazar temporada tras temporada de manera “infinita”, presenta un modo historia con personajes y diferentes objetivos según el contexto, característica que se convierte en uno de sus puntos a favor más peculiares y distintivos.

El primer paso es elegir una ciudad de entre las principales ligas del continente, que cuentan, en su mayoría, con licencias oficiales. Aunque incluye la primera y segunda división de las ligas española, italiana y neerlandesa al completo, se echan en falta buena parte de los nombres reales y los escudos propios de la Bundesliga o la Premier League, entre otras.

 

 

Las siguientes decisiones a tomar son el nombre del propietario del club, la disposición táctica del equipo, los colores que lo representarán y… quién será la secretaria. Exceptuando la primera, hay que reconocer que parece precipitado elegir el estilo de juego sin conocer previamente a la plantilla, así como tener que escoger el color de las banderas que portarán los aficionados sin disponer aún de la referencia del escudo. La cuestión de las secretarias es, si cabe, aún más cuestionable: todas tienen las mismas habilidades y fichar a una u otra no afecta para nada al desarrollo del juego.

Una vez completada la configuración inicial, se nos informa de que nuestro club se juega el ascenso a la segunda división mediante una eliminatoria de play-off. En el caso de no superarla, un magnate lo adquirirá y tendrá lugar un prematuro “game over” para el jugador. En este punto es donde la trama se inicia, al mismo tiempo que podemos definir la formación y la alineación para los partidos por primera vez, pese a ejercer el supuesto rol de presidente.

 

 

Logrado el primer objetivo, será posible, por fin, editar el nombre, el emblema y las equipaciones de nuestro club. Las diferentes opciones de gestión, como los contratos de patrocinio, el mantenimiento y ampliación de las instalaciones, el control del equipo juvenil o la incorporación de nuevos fichajes se van añadiendo de forma progresiva, no desde el principio. Incluso es posible editar jugadores, tras cumplir ciertas metas. Ir introduciendo novedades poco a poco parece un intento de no mostrar las cartas nada más arrancar, para intentar evitar la monotonía en su desarrollo.

A la hora de disputar los partidos, hay dos opciones: verlos directamente o seguirlos mediante un confuso e impreciso mapa de puntos de colores. No existe una “simulación rápida”, que nos actualice el resultado minuto a minuto, sino que es necesario siempre “tragarse” el encuentro, sin poder intervenir en el control del mismo. Así que el pobre apartado gráfico del juego, con unas animaciones simples y una IA que deja mucho que desear, acaba afectando duramente a la jugabilidad del título de Sega.

 

 

Sean cuales sean las tácticas que hayamos configurado desde los menús, los partidos se limitan a ver cómo los jugadores corren de un lado a otro, hacen pases ilógicos y fallan ocasiones claras. Tenemos cuatro instrucciones diferentes a aportar desde la banda (“ir a por el gol”, “atacar”, “jugar como siempre” o “concentración”), pero son tan abstractas y risibles como inútiles dentro del campo.

En el aspecto sonoro tampoco hay mucho a destacar. Si bien es de agradecer la completa localización del juego, con cánticos y voces dobladas al español, su calidad no es la que cabe esperar, incluyendo algunos errores de traducción. Francisco José “Pacojó” Delgado es el encargado de aportar unos comentarios que pronto resultan repetitivos y molestos.

Por lo tanto, “Let’s Make a Soccer Team!”, pese a presentar novedades que le permiten presumir de originalidad dentro del catálogo de PlayStation 2, acaba fracasando por la obligación de presenciar unos partidos, cutres en lo técnico, que no consiguen captar la emoción del deporte rey ni trasladar de manera reconocible las instrucciones tácticas que configuramos con antelación. Solo aquellos que quieran disfrutar de su modo historia y consigan perdonar su corta oferta de posibilidades de gestión podrán sacarle provecho.

 

 


David Pedrós