spot_img

Kazimierz Deyna, la primera leyenda de Polonia

 

Kazimierz Deyna fue la primera leyenda de la selección de Polonia, a la que defendió en 94 partidos, marcando 41 goles, y de la cual también fue su capitán. El talento innato de este volante de 1,80 metros le llevaría a ser nombrado Balón de Bronce por la revista France Football en 1974 (solo superado por Johan Cruyff y Franz Beckenbauer), a conseguir la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Múnich 1972, a liderar a la Polonia que quedó en tercer lugar en el Mundial de Alemania Occidental, y a incluso participar en la mítica película «Evasión o Victoria» en 1981.

En 1994 fue nombrado mejor jugador de la historia de Polonia por la federación y los principales periódicos de este país.

 

 

La primera leyenda del fútbol polonés vio terminar su vida con tan solamente 41 años, cuando murió en Estados Unidos el 1 de septiembre de 1989 víctima de un accidente de tráfico al conducir bajo los efectos del alcohol. Dos estatuas en el estadio del KP Legia Warszawa y del Włókniarz Starogard Gdański recuerdan aún a día de hoy su figura la posterioridad.

 

 

 

El talento que el comunismo perjudicó

Nacido en Starogard Gdański el 23 de octubre de 1947 en el seno de una familia de nueve hermanos, Kazimierz con tan solo 11 años comienza a jugar en las categorías inferiores del Włókniarz Starogard Gdański, club donde fue ascendiendo secciones hasta llegar al primer equipo. Pronto empezó a destacar, siendo convocado por la selección junior polaca y despertando el interés de varios clubes, entre ellos el Arka Gydni, con el que llegó a firmar un preacuerdo.

Al estar prohibida esta práctica en la liga polaca fue duramente sancionado por la federación polonesa con nueve meses de inhabilitación. Tras la sanción fichó por el ŁKS Łódź su primer contrato como profesional, debutando en la Primera División de Polonia en 1966, aunque no pudo disputar más que un encuentro, ya que se tuvo que incorporarse a filas.

 

 

Por aquel entonces el Legia de Varsovia se nutría de jugadores provenientes del ejército, por lo que Kazimierz casi fue obligado a incorporarse a uno de los históricos clubes de la Polonia de aquel entonces. Tras una primera temporada más que discreta, se consolidó en la segunda temporada, jugando 26 partidos y consiguiendo 12 goles. Ya en 1969 logró proclamarse campeón de liga, repitiendo la temporada siguiente, alcanzando el título liguero y llegando a las semifinales de la Copa de Europa de 1970, cayendo ante el Feyernood.  Aún conseguiría con el Legia un tercer título doméstico allá por 1973, el que a la postre sería su último título en su carrera. Continuó jugando en las filas del «club del ejército polaco» hasta 1978, convirtiéndose en el futbolista franquicia de un Legia venido a menos, en un equipo que no volvió a dar la talla en la liga polaca.

Sus actuaciones en el Legia y en la selección, en especial en los Juegos Olímpicos de Munich de 1972 y el Mundial de Alemania Occidental de 1974, no pasaron desapercibidas, ni mucho menos, para clubes de la élite europea como el Milán, el Inter, el Bayern Munich o el propio Real Madrid, pero el gobierno comunista que controlaba Polonia en aquello época no permitió la salida del futbolista hasta después del Mundial de 1978 en Argentina. Kazimierz Deyna, que cuando fue liberado tenía ya 30 años, fichó por el Manchester City, en el que militó tres temporadas aunque apenas jugó debido a las lesiones.

 

 

Esa falta de continuidad le invitó a pensar en la retirada, sin embargo, miembros de la comunidad polaca en Estados Unidos le convenció para afrontar un nuevo reto: unirse al San Diego Sockers, el club en el que jugó entre 1981 y 1987. Su último equipo. Con casi 40 años colgó definitivamente las botas y su vida personal comenzó a transformarse en un calvario que se inició con el divorcio de su mujer. Un golpe moral que ahondó otros grandes problemas. Acabó en la ruina por su desmesurada afición por el alcohol y el juego.

 

 

En septiembre de 1989, Kazimierz Deyna moría en San Diego a los 41 años de edad víctima de un accidente de tráfico cuando conducía bajo los efectos del alcohol. El final de una leyenda del fútbol polaco maniatado en su época de mayor esplendor en el fútbol al que el comunismo no le permitió codearse con los mejores del mundo.