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Jordi Cruyff en el Manchester United

 

Jordi Cruyff fue durante 4 años jugador del Manchester United, entre 1996 y 2000, un periodo que solo fue interrumpido durante 6 meses con su cesión al Celta de Vigo durante el mercado de invierno de 1999. En Inglaterra, el exinternacional holandés encontró una oportunidad perfecta para escapar del peso del apellido paterno, y labrarse su propio camino en un vestuario cargado de estrellas de finales de los años 90.

A pesar de que nunca se acabó de aclimatar a la ciudad de Manchester, y sufrió varias lesiones graves, acabó disputando 54 partidos y marcó ocho goles como Red Devil, sumando a su palmarés 3 Premier League, 2 Community Shield, 1 Champions League, 1 Copa Intercontinental y 1 FA Cup.

 

 

Su marcha de Barcelona

“Irme de Barcelona fue difícil, tuve una lesión de ocho meses, fue al final de la época de mi padre y cuando le despidieron yo quería hacer un cambio. Había estado hablando de renovar con Joan Gaspart por tres años, pero también de cuánto había de cláusula para salir… Me despedí del Camp Nou en el último partido en casa después de lo de mi padre, y agradecí a todos los socios los aplausos porque yo sé que eran para él. Me fui a la Eurocopa con Holanda, marqué un golito… Y llegaron ofertas. Yo tenía contrato profesional, pero con ficha del filial porque así lo quería mi padre, era algo que me enfadaba mucho, pero él me decía que era mejor así, que nadie dijera que ganaba más que otros. Lo tenía casi hecho para irme al Ajax de Van Gaal, pero me llamó Ferguson. Vino a Barcelona y me convenció. Yo era uno de tantos jugadores que llegan, disfrutan, se van y viene otro. De mi padre aún se sigue hablando. Era comparar a un mortal con un inmortal. Y quise evitar cualquier comparación”.

 

«Alex Ferguson viajó a Barcelona acompañado de dos altos dirigentes del United. Ese detalle ya fue muy especial. Vino a mi casa y me convenció de su proyecto. Tenía un equipo joven y quería incorporar a más gente joven. Me gustó el proyecto, me gustó el contrato y que él viniera a mi casa. ‘Te vamos a cuidar’, recuerdo que me dijo. Era un proyecto ambicioso, un plan de oro lleno de jóvenes en un gran club. Vi que allí me tratarían en función de mi nombre y no de mi apellido. En Inglaterra respetan mucho a las leyendas, no son tan de morbo como en España. Así que tomé un vuelo a Manchester para comenzar una nueva aventura, y salir del nido que había sido Barcelona. Era verano. Salimos con el solecito de Barcelona y llegamos con frío y viento. Lo del clima era otra película. Y así cuatro años».

 

 

La llegada a Manchester

Jordi aterrizó en la que sería una generación de oro para el Manchester United, con un líder absoluto, el francés Cantona. “Eric me trató de maravilla, me llevaba al entrenamiento, me devolvía a casa. Cuesta imaginarlo después de su patada voladora, pero era la persona más sociable dentro del vestuario. Siendo ya un mito, era el veterano que se encargaba de los jóvenes recién llegados. Poborsky, Solskjaer y yo andábamos un tanto perdidos al principio. Pues él nos venía a recoger al hotel y cuando acababa el entrenamiento nos esperaba y nos volvía a traer. Y así unas cuantas semanas. No me lo esperaba de una persona así», lo recuerda Jordi con cariño.

 

 

El fútbol inglés era una nueva experiencia para él, con distintos valores a los del fútbol español y donde se valoraban otras virtudes en los futbolistas y entrenadores. «Allí se celebraba más un ‘tackle’ de Keane que un dribling de Giggs, aunque con Keane se volvían locos. Además, Ferguson tenía el control absoluto de todo. Era esa figura del mánager inglés que va mucho más allá del césped. Controlaba hasta los periodistas que tenían que entrar en el entrenamiento. Conocía los nombres de todas las parejas de los jugadores, de sus hijos y se preocupaba por ellos. Era muy familiar. Pero, a la vez, no le temblaba la mano para fulminar a uno si veía que se comportaba por encima del club. Era una mezcla de persona cariñosa, que te preguntaba por la familia, la pareja, los hijos… y muy exigente en el trabajo, si te comportabas pasando por encima del club era duro. Era un mánager, figura que aquí en España no se estila».

 

 

También coincidió con Beckham, en los inicios de lo que acabaría siendo el primer gran jugador apoyado con una campaña de marketing a escala internacional. «En el vestuario era una persona fenomenal. Un tipo muy profesional y gracioso. Se pasaba horas y horas entrenando las faltas, una y otra vez, y las metía todas. Se quedaba media hora más tres o cuatro veces a la semana haciendo ejercicios para mejorar. Tenía talento, sí; pero trabajado. Tenía esa mentalidad profesional que hizo que se convirtiera en un crack. Era un currante».

 

 

Su explosión internacional, pese a las lesiones

Su debut en competición oficial tuvo lugar en una victoria por 4-0 en el Charity Shield sobre el Newcastle de Alan Shearer. Su primer partido en la Premier League llegó el 17 de agosto, en la victoria por 3–0 ante el Wimbledon, partido que abría la temporada 1996-1997. Marcó en las dos siguientes apariciones, ayudando al equipo en dos empates, 2–2 en ambas ocasiones, contra Everton y Blackburn Rovers.

 

 

Permaneció como titular indiscutible hasta finales de noviembre, cuando sufrió otra lesión de rodilla que perjudicó gravemente su temporada, limitándola a solo 22 apariciones. «Marqué goles y jugué bastante, pero me costó coger el ritmo porque me lesioné. Pero ni ellos tiraron la toalla ni yo tampoco». La lesión fue una secuela de un problema que tuvo mientras estaba en el FC Barcelona tras una operación fallida a finales de 1995. Su padre declaró que la operación tuvo “consecuencias horribles” para el resto de su carrera.

 

 

A pesar de recibir una medalla de campeonato durante su temporada de debut en Inglaterra, la siguiente temporada fue un desastre tanto para Jordi como para su club. La lesión de la temporada anterior continuó afectando su progreso, permitiendo que el delantero hiciera solo ocho apariciones en todas las competiciones, mientras el United perdía ante el Arsenal en la liga y quedaba eliminado de la Liga de Campeones en los cuartos de final.

La temporada 1998/99 siempre será recordada con cariño por los aficionados del Manchester United y Jordi jugó su propio papel. Anotó en una victoria de 3-0 sobre el Southampton en The Dell, logrando un empate tardío contra el Derby County en Pride Park dos partidos después. Esos dos goles resultarían ser su única contribución durante la primera mitad de la temporada, en la que hizo dos titularidades y otras nueve apariciones desde el banquillo. Fue enviado a préstamo por el resto de la temporada de triplete del United, anotando dos goles en nueve apariciones para el Celta de Vigo. La mítica final del Camp Nou la vio junto a los no convocados y lesionados, tras la invitación del United. «A falta de dos minutos para el final, como íbamos perdiendo, decidí bajar al vestuario para animar a los compañeros. Cuando estaba bajando por la grada vino el empate a uno. Me asomé al campo, confirmé el empate y decidí entonces volver a la grada. Mientras iba, llegó el segundo. Así que no vi ninguno de los dos goles».

 

 

Jordi regresó a Manchester para la temporada 1999/2000 y continuó donde lo había dejado en la campaña anterior, conquistando la Premier League con facilidad. Jordi marcó tres goles en 17 apariciones, 12 de ellas desde el banquillo.

Después de no llevarse a cabo un acuerdo inicial con el West Ham de Harry Redknapp, regresó a España incorporándose en el Alavés como agente libre. No fue sorpresa que regresara a España, donde disfrutaría de un renacimiento en su carrera.