Iván Zamorano llegó a Suiza en 1988 al Fussballclub Sankt Gallen 1879, después de que el Bologna Football Club 1909 lo descartara tras su adquisición, pese a haber pagado por él 350.000 dólares. El entrenador del Rossoblù, Luigi Maifredi, también decidió añadir a la operación al delantero chileno Hugo Rubio, con el que Iván formaría una dupla temible en la Swiss Super League.
Curiosamente, el Espen nunca había tenido en sus filas a jugadores sudamericanos, pese a ser el club más antiguo del país, y aquella temporada 1988-1989 abrió sus puertas no solo a ambos delanteros chilenos, sino también a su compatriota Patricio «Pato» Mardones.
Zamorano, pese a no llegar con cartel de estrella, era un delantero confiado en usar su fuerza, su cabeza y su técnica. Combinaba todos los mejores rasgos del poderoso fútbol europeo con la finura e inteligencia de los delanteros sudamericanos de la época. Estaba siempre perfectamente colocado para jugar con libertad y sin presión. Según todos los informes, era el delantero centro completo y nada hacía presagiar que su paso por Suiza pudiera ser un fracaso, y menos tras anotar 4 goles en 2 amistosos de preparación.
El traslado a Sankt Gallen también permitió al internacional chileno ayudar a sacar a su familia de las dificultades financieras. «Quería comprarle a mi familia una casa, un buen lugar donde pudieran vivir juntos y donde yo pudiera visitarlos. Era la primera vez que tenía dinero en el bolsillo para gastar en esas cosas, y los salarios en Europa eran mucho mejores que en Chile en ese momento. Primero me compré un coche para ir a los entrenamientos, y luego gasté la mayor parte de mis primeros meses de salario en una casa para mi familia.»
Pese a los problemas iniciales para recibir el pase internacional, el primer hat-trick no tardó en llegar, concretamente el 6 de agosto de 1988 ante el FC Lugano. En sus dos temporadas en tierras suizas llegarían muchas más actuaciones estelares, hasta conseguir disputar 61 partidos, 37 goles, 15 asistencias, además de ser el máximo goleador de la liga suiza la temporada 1989-1990, y ser nombrado como el mejor extranjero.
Era inevitable que Iván Zamorano, tarde o temprano, se convirtiera en una de las máximas figuras del fútbol suizo y que ello llamara la atención de los grandes clubes europeos. Fue así como despertó el interés de Vicente Cantatore, un entrenador argentino-chileno que por entonces dirigía al Sevilla en España, y dio el salto al fútbol español.