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Islandia 1991, el histórico batacazo de la Selección Española

 

El 25 de septiembre de 1991 España se enfrentaba a Islandia, una selección repleta de jugadores amateurs que suponía un «trámite» para seguir luchando para la clasificación para la Eurocopa de Suecia de 1992. Aquel encuentro acabó en una debacle total y absoluta para el equipo español, y marcó el fin de una de las generaciones más recordadas de la selección: la Quinta del Buitre. Los Sanchís, Míchel, Martín Vázquez y Butragueño sufrieron una de las derrotas más humillantes de la historia moderna, algo que les pasó factura también en la posterior era Clemente.

España dijo adiós definitivamente a la fase final de la Eurocopa 92 con la peor de las amarguras. Su fracaso no tuvo paliativos y rozó el ridículo al producirse ante un rival de la categoría de Islandia. Solo algunos de sus jugadores militaban sin mayores alardes en distintas ligas continentales, pero que no pasaba de ser uno de los combinados más débiles del fútbol europeo.

 

 

El por aquel entonces nuevo seleccionador español, Vicente Miera, no pudo tener peor debut en un encuentro oficial. Era la primera vez que Islandia, un país de apenas 250.000 habitantes, ganaba a España después de haber perdido las cinco ocasiones anteriores en que se enfrentaron ambos equipos. Pero la culpa, a las primeras de cambio, no pareció tanto del técnico como de un grupo de figuras que se vieron siempre agobiadas por la lucha tenaz de unos rivales con inferior técnica. Hasta el césped les pareció incómodo.

Los hombres de Miera no aprendieron la lección que el día anterior recibieron sus compañeros del equipo nacional Sub-21, que también cayeron derrotados y quedaron fuera de la fase final de la Eurocopa de su categoría. Posiblemente, fue porque solo presenciaron los últimos 30 minutos del Islandia-España de esa categoría al coincidir con su entrenamiento.

 

 

España formó con Andoni Zubizarreta, Abelardo, Roberto Solozábal, Manolo Sanchís, Eusebio, Juan Vizcaíno, Jon Andoni Goikoetxea, Michel, Rafa Martín Vázquez (Fernando Hierro), Emilio Butragueño y Manolo. Islandia inició el partido con la cautela de quien temía el dominio, la técnica y la fama de unos profesionales de lujo como los jugadores españoles de principios de los 90. Los islandeses no se aproximaron al área de Zubizarreta hasta el minuto 15 y fue en el lanzamiento de una falta. Mientras tanto, los hombres de Miera impusieron su dominio y ritmo engañosos porque no crearon peligro.

La primera clara oportunidad de gol llegó a los 25 minutos en las botas de Poroarsson, un jugador que estaba en la órbita del Mérida, de Segunda División, si le pagan un millón de pesetas de ficha anual. Su disparo fue rechazado por Zubizarreta y un defensa español alejó después el balón y el peligro. Apenas hubo otro par de ocasiones de peligro por parte de uno y otro equipo, lo que daba idea del aburrimiento que registró el primer tiempo. Solamente Butragueño gozó de dos oportunidades de marcar pasada la media hora.

 

 

En el segundo tiempo Islandia saltó al campo como si fuese ella la que se jugase la clasificación y no España. Los delanteros islandeses, favorecidos por los fallos de colocación de los defensas españoles, a los que desbordaron cuando quisieron por velocidad, dispusieron de las mejores y más claras oportunidades para batir a Zubizarreta. En las dos primeras ocasiones Eusebio y Abelardo evitaron el descalabro que se veía ya venir. Los hombres de Miera no consiguieron hilvanar una sola jugada. Islandia no desaprovechó la tercera oportunidad y lo que pareció imposible fue una realidad: el equipo local se puso por delante en el marcador. Si esto no hubiera sido suficiente, un segundo tanto sentenció una de las derrotas más humillantes de la historia de la selección española absoluta.

 

 

El equipo español fue borrado del campo en aquel segundo tiempo. Su impotencia fue manifiesta y sus jugadores se vieron obligados a agachar la cabeza. España no profundizó ni tuvo continuidad en el juego. Su trabajo se limitó al centro del campo durante el primer cuarto de hora, en el que desaparecieron hombres como Goikoetxea, Michel y Martín Vázquez, al final incluso sustituido, que no encontraron nunca su sitio ni oportunidad de adelantarse por las bandas.

Butragueño y Manolo intentaron crear ocasiones de gol, pero fueron muñecos ante los gigantes islandeses. Miera pidió claramente más decisión y ataques por las bandas, pero allí no hubo nunca hombres para llevarlo a cabo. Tuvo al final que meter a Hierro a la desesperada para que algún tiro lejano del madridista intentara arreglar el descosido. Pero aquello era ya un roto demasiado grande como para soluciones de emergencia.