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Henrik Larsson, el ídolo sencillo de Suecia

 

Henrik Larsson, vino al mundo un 20 de septiembre de 1971 en la ciudad de Helsingborg, Suecia. Su padre, originario de Cabo Verde y la madre sueca, acordaron que el niño recién nacido adoptaría como primer apellido el Larsson materno, por aquello de facilitarle las cosas al muchacho durante la infancia. Una medida de protección contra los perjuicios de las familias suecas más tradicionales. Eran otros tiempos. Con seis años ingresó en las categorías inferiores del Högaborgs BK, un equipo modesto de su ciudad natal y a los 17 ya debutaba en el primer equipo.

 

 

Después de un par de temporadas llamó la atención del Helsinborg IF, que entonces militaba en la Segunda división sueca, y durante la primera temporada en el club, conseguiría el ascenso a la Allsvenskan (primera división). Los movimientos inteligentes del joven delantero despertaron la curiosidad de los observadores holandeses de los clubes de la Eredivisie, expertos en intuir el talento emergente del «mercato» escandinavo. Sería el Feyenoord quien apostaría por su fichaje y la ciudad portuaria de Rotterdam la escogida para ser testigo de su primera experiencia en el extranjero. Queda lejana aquella 93-94. El equipo que entrenaba Wimm Van Hanegem, donde destacaban jugadores como el portero De Goey, Peter Bosz o Gaston Taument, queda subcampeón por detrás del Ajax, una tónica que se repetiría las cuatro temporadas que el delantero pasaría en el histórico club holandés. Si bien su aportación al equipo fue progresivamente en aumento a lo largo de los años, las cifras goleadoras, sin ser malas, si parecerían escasas si hacemos la comparativa, ahora que ya es pasado, con lo que le esperaba más tarde en Escocia.

Es posible que nunca acabara de adaptarse por completo a la oscura Rotterdam, pero el Feyenoord le sirvió para ganar experiencia, tuvo la oportunidad de jugar en una liga de buen nivel en un club que por historia, se veía con la obligación de aspirar a todo, una etapa difícil para los aficionados, que vivían con resignación los éxitos del eterno rival. Con un bagaje de 122 partidos y 37 goles, el delantero sueco daba por cerrado su periplo holandés y ponía rumbo a Glasgow para cerrar su contratación por el Celtic.

 

 

En el club católico acabaría siendo un auténtico mito. La conexión con la grada del Celtic Park fue inmediata, pronto empezaría a hacer gala de un instinto goleador exagerado. Las principales virtudes del delantero eran la intuición, la inteligencia, un remate preciso al primer toque, el cabezazo poderoso y la voracidad con la que atacaba los centros y segundas jugadas, unas características idóneas para triunfar en una liga física como la Scottish Premiership. Una buena primera temporada (97-98), donde el equipo se llevó el campeonato con Wimm Jansen en el banquillo, el sueco, rastas al viento, anotaría 16 dianas, un preludio para el año siguiente, que a pesar de no llevarse el título de liga, marcaría 33. Números estratosféricos que los analistas de la época se empeñaban en quitarles credibilidad por tratarse de una liga menor. El 99-00 sin embargo, fue un curso difícil. Todo iba bien, el delantero había marcado 12 goles en los primeros 13 partidos, hasta que llegó un enfrentamiento de Copa de la UEFA contra el Olympique Lyonnais. Una jugada fortuita acabó con Larsson tendido en el césped. Diagnóstico: tibia y peroné roto. Una grave lesión que lo mantendría fuera de los terrenos de juego durante 8 meses, poniendo en serio peligro su carrera.

En verano del 2000, con el nombramiento del irlandés Martin O’Neill como técnico, el sueco no sólo reapareció sino que rápidamente se erigió en el líder del mejor Celtic de los últimos veinte años. Se iniciaba un periodo con un entrenador que sabía sacarle su mejor versión, un futbolista capaz de hacer jugar al resto del equipo desde la punta del ataque, viniendo a recibir de espaldas al marco contrario o descolgando pelotas para la llegada en segunda línea de los centrocampistas. Un equipo excelente compitiendo en Escocia, siempre difícil para el rival que se enfrentaba en Europa. En total fueron siete temporadas extraordinarias con los católicos. En el terreno colectivo, 4 títulos de liga, 2 copas de la liga y 2 copas de Escocia, además de jugar la final de la UEFA en 2003, que acabaría llevándose el Oporto de Jose Mourinho. A escala personal, dejaría la escandalosa cifra de 210 goles, tocando el cielo en 2001, consiguiendo la prestigiosa Bota de Oro precisamente el año en que volvía de la grave lesión. Así es este juego de caprichoso. Un recuerdo y una historia eterna, no sorprende que fuera elegido por la afición como el extranjero más importante de la historia del club, toda una institución en Glasgow y una leyenda en el “Parkhead”.

 

 

Con 33 años, el amigo Henrik podría haberse decidido por hacer un último atraco millonario a los Emiratos Árabes, Estados Unidos o China. No era su estilo, un monstruo competitivo necesitaba un último gran reto. Decidido a no continuar en el club escocés, se abría un abanico de posibilidades de entidades dispuestas a fichar al veterano delantero. Sería Jan Laporta, con su habilidad para seducir personajes con carisma, quien le llevaría a Barcelona. El equipo entonces entrenado por Frank Rijkaard necesitaba sumar experiencia a una gran plantilla con hambre de títulos que aspiraría a todo. Una lista interminable de grandes jugadores comandados por Ronaldinho, Samuel Eto’o y Deco, secundados por Xavi, Puyol, Iniesta y Valdés. El FC Barcelona fichaba un suplente de auténtico lujo, un nuevo rol que Larsson debía aceptar y convivir.

Es inexplicable el porqué hay ciertos jugadores que aterrizan en el Camp Nou y son literalmente devorados por la exigencia de su grada y otros, como fue el caso del punta sueco, conectan desde el momento en que aterrizan en el aeropuerto. Cuando salía a calentar el fervor de la afición azulgrana se dejaba notar, expectantes por ver en acción al sueco y que les hiciera tan felices como hizo a la gente en Glasgow. Le costó encontrar su lugar en el engranaje del «jogo bonito», 3 goles en 13 apariciones en liga así lo confirmaban y cuando parecía que empezaba a encajar llegó la lesión. En un clásico contra el Real Madrid se rompía el ligamento cruzado y Larsson decía adiós a la temporada. Un bache inesperado. Podemos decir muchas cosas buenas del sueco, pero en experimentado y comprometido pocos le superaban.

 

 

Con trabajo y ganas de volver, reaparecía en la pretemporada 05-06. Con una primera vuelta bastante floja por la falta de ritmo fruto de la inactividad, el punta fue entonando su olfato erigiéndose en un jugador clave a partir de la marcha de Eto’o a la Copa de África. En aquella segunda vuelta en ausencia del camerunés, cuando los grandes equipos suelen hacer una bajada en su rendimiento para coger fuerzas para el tramo final, marcó goles importantes que permitieron al equipo coger velocidad de crucero y encaminarse hacia el título de liga. Por sorpresa, anunció que se iba a final de temporada, ya tenía suficientes aventuras, quería volver a casa, entonces ignoraba que el destino le guardaba la última y gran noche como azulgrana.

Saint Denis, final de Champions. El F.C. Barcelona se enfrenta a un gran Arsenal que se pone por delante en el marcador con un gol de Campbell. El partido avanza, Henry desbocado busca el segundo. Ronaldinho no aparece. Valdés salva al equipo, que sufre. Segunda parte. Entran Iniesta, Larsson y Belletti. El resto ya lo sabéis, es historia. Dos pases del sueco resultan determinantes en los goles del león indomable y Belletti. Decisivo otra vez. El fútbol. Maravilloso. Segunda orejona hacia Barcelona. En los días posteriores, los intentos de los directivos para renovar al sueco un año más resultan inútiles. La decisión estaba tomada, volvía a casa.

En Helsingborg imaginaos, lo reciben con los brazos abiertos, ramos de flores, danzas tradicionales y el brazalete de capitán, que se lo ponen mientras hace cola esperando que salgan las maletas en el aeropuerto … (esto me lo he inventado ahora mismo) Pero os hacéis una idea no? Fichan a un campeón de Europa, expectación máxima. 9 goles en 22 partidos y el campo lleno. Pero llega diciembre y llega una llamada de sir Alex Ferguson. El United necesita pólvora, algunas lesiones y el bajo rendimiento de hombres importantes han mermado las aspiraciones Red Devils. Debía ser muy difícil decirle no a Ferguson, porque se marchó con la condición de jugar solamente unos meses. Juega trece partidos en Manchester, el año termina, intentan convencerle, pero es su palabra y su honor. Vuelve a Suecia, sí, al Helsinborg, ya de manera definitiva para jugar los últimos años de fútbol que le quedan, tiene casi 37 y en su regreso el club sueco juega la Copa de la UEFA. El equipo hace un gran torneo llegando a dieciseisavos de final y Larsson marca 9 goles en Europa aquella 07-08. Tras este hito, jugó un año más ofreciendo un buen nivel, pero sería a principios de la temporada 09-10, con el equipo jugando las fases previas de clasificación para la Europa League, sufrió otra lesión que debía apartarle del campo durante 8 semanas y lo dejó sin fuerzas ni ambición para seguir. Sin hacer ruido, con la sencillez que le ha acompañado siempre, lo dejó.

 

«Tengo 38 años, es suficiente»

Pero la caja de sorpresas «Larssónicas» no acabaría de cerrarse. Henrik inició la carrera de entrenador al poco tiempo de retirarse en el modestísimo Landskrona Bois, donde pasó dos años. El club tenía relación con el fútbol formativo del Råå IF de tercera división, que aprovechó la ocasión para ofrecerle la posibilidad de tener licencia como jugador y jugar aunque sólo fuera un partido, para así promocionar el club. Aceptó y de esta manera se produjo un retorno efímero a los terrenos de juego en el año 2012. En 2013 entró a formar parte del cuerpo técnico del Högaborgs el club en el que había debutado como futbolista y del cual era miembro de la plantilla su hijo Jordan. Durante aquella temporada, el equipo sufrió una plaga de lesiones quedándose bajo mínimo en efectivos. Henrik conservaba un estado de forma aceptable, así que acordaron hacerle ficha. Con 42 años, volvió a vestirse de corto, 3 después de haber anunciado que lo dejaba y a pesar de no ofrecer un rendimiento extraordinario en los tres partidos que jugó, tuvo la oportunidad de compartir unos minutos sobre el verde con su hijo. Quien no lo firmaría? Un orgullo enorme y una anécdota de las buenas para explicar en las comidas de Navidad.

En una entrevista de hace poco, le leí decir que de lo único que se arrepintió a lo largo de su carrera, fue de no jugar más tiempo en Old Trafford cuando tuvo la oportunidad. Personalmente creo que llegó con «el arroz pasado» a Inglaterra, pero la duda me asalta cuando pienso en un Larsson pletórico, como el de la etapa en Escocia, en uno de los buenos equipos de la Premier League. De qué hubiera sido capaz? Ya no lo podremos saber, sin embargo, hoy en día parece imposible que un futbolista con sus números no se deje seducir por el capital de algún gran Jeque.

¿Y si es esta la clave del éxito en la vida, saber pertenecer al lugar en donde eres feliz, como él aprendió a hacer en Glasgow? Muchas emociones, goles y grandes partidos, que vivirán para siempre en la memoria de los agradecidos aficionados católicos, como también sobrevivirá en las conversaciones de los barcelonistas, que maldiciendo el paso del tiempo, lo recordarán como un futbolista comprometido. Una estrella que vino a Barcelona para hacer de cantante reserva, guardándose para el último concierto en París, la mejor de sus actuaciones.

 


Oscar Flores
@Oscar_Fleurs