George Weah llegó al Association Sportive Monaco Football Club por 12,000 libras esterlinas, convirtiéndose en uno de los fichajes más exóticos de la de la Ligue 1 de la 88-89. Su ansiado debut oficial en Europa, con 22 años, llegó el 17 de agosto de 1988, ante el AJ Auxerre.
“Cuando me mudé a Montecarlo no jugué los primeros seis meses. Pero estaba decidido a mostrar mi talento, a demostrar a los que estaban en casa, que pensaban que mi llegada a Europa era una pérdida de tiempo, que era un buen jugador”, recuerda el protagonista.
Finalmente, entre liga, copa y competiciones europeas, disputó un total de 38 partidos y marcó 17 tantos. Al final de su primera temporada en Francia fue elegido por primera vez Futbolista Africano del año. El equipo peleó la liga hasta el final, pero terminó tercero a dos puntos del campeón, el Olympique Marsella.
Entre Weah y su compañero inglés Glenn Hoddle, anotaron 32 de los 62 goles del equipo. Una dupla letal. Pero el campeón tenía otra dupla tremenda: Jean-Pierre Papin, goleador con 22 goles, y Eric Cantona, que llevaba anotados 5 hasta su ida al Bordeaux.
Su segunda temporada bajaría notablemente, donde solo anotaría por liga 5 tantos en 17 partidos, mientras Papin llevaba al Marsella a un nuevo campeonato gracias a su tremenda temporada con 30 goles y el Mónaco otra vez cerraba el podio. Weah compartió ataque con quien fue otro de los grandes goleadores del certamen, nada menos que Ramón Díaz, autor de 15 tantos, mientras el Toulouse disfrutaba de los 12 goles del Beto Márcico y el campeón reemplazaba a Cantona con quien sería el ídolo de un tal Zinedine Zidane: Enzo Francescoli, que marcaba 11 goles.
La temporada 90-91 iba a ser distinta para el liberiano, que iba a empezar a mejorar el nivel. 18 goles en 40 partidos, pero lo importante lo iba a realizar en la Copa, donde marcaría 5 tantos en 6 encuentros. El Olympique lograría el tricampeonato con Papin nuevamente como goleador (Francescoli se había marchado al Cagliari). El equipo del Principado fue escolta esta vez, pero se tomaría revancha en la Copa al vencerlos por 1 a 0. Era el primer título para George en Europa.
Su último año en Mónaco coincidió con el último título del Marsella consecutivo y la última temporada de Papin en el equipo. Los monegascos terminaron segundos y Weah marcó 18 tantos en el campeonato. Increíblemente, ninguno de los dos disputó un Mundial… Ese año lo mejor fue en la Recopa Europea, donde el liberiano marcó 4 goles en 9 partidos que sirvieron para que su equipo llegase a la final. El equipo eliminó al Swansea galés, al Norrköping sueco, a la Roma italiana y al Feyenoord holandés para llegar a la final ante el Werder Bremen alemán, quien lo venció por 2 a 0. Llegaba a su fin su gran relación con el Mónaco, donde disputó 149 partidos y anotó 66 goles.
De su entrenador en esos años, Arsène Wenger, siempre tuvo palabras de agradecimiento “era una figura paterna y me consideraba su hijo. Este era un hombre que, cuando el racismo estaba en su apogeo, me mostró amor. Él quería que estuviera en el terreno de juego todos los días. Un día, estaba bastante cansado de entrenar y le dije que tenía un dolor de cabeza. Me dijo: ‘George, sé que es difícil, pero debes trabajar duro. Creo que con tu talento, puedes convertirte en uno de los mejores jugadores del mundo’. Entonces, escuché y continué. Además de Dios, creo que, sin Arsène, no habría forma de que hubiera llegado a Europa”.
En 2018, Weah condecoró con la máxima distinción de honor de su país al exentrenador, con emotivas palabras. “No fuiste solo un entrenador, sino un padre para mí y para otros futbolistas africanos que pasaron bajo tu tutela”, expresó Weah en una declaración especial leída por el jefe de protocolo, Javis Witherspoon, en la ceremonia de homenaje. La Distinción de Caballero Gran Comandante de la Orden Humana de la Redención Africana es el honor más alto que puede recibir una persona por su trabajo en el ámbito humanitario, o por realizar actos de apoyo a la nación y a su gente.