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Cuando Francia vistió la camiseta del Club Atlético Kimberley

 

La Francia de Michel Platini no tuvo más remedio que usar la camiseta del Club Atlético Kimberley en la Copa del Mundo de 1978, una surrealista situación que contaba con tres antecedentes previos y que a continuación recuperamos.

 

 

Los precedentes de esta surrealista situación

Durante el Mundial de 1934 celebrado en Italia, Austria y Alemania jugaban sus partidos con camisetas blancas. Antes de la eliminatoria por el tercer puesto en Nápoles, Austria perdió el sorteo y tuvo que cambiar de camiseta. Pero, al igual que Francia en 1978, no habían traído su segunda equipación. Así que se optaron por vestir las camisetas azul claro del Nápoles, aunque conservaron los pantalones y las medias negras. El «Wunderteam» austriaco vestido del Napoli recibió un gol a los 24 segundos de juego y acabó perdiendo en una fatídica tarde de fútbol por 3-2.

 

 

Una situación similar se produjo en el Mundial de 1950 en Brasil. México y Suiza habían sido eliminados antes de enfrentarse en su último partido de la fase de grupos, que se celebró en Porto Alegre. Aunque hubiera existido la televisión en color, las camisetas burdeos de México habrían chocado con el rojo de Suiza. Vistiendo el azul y blanco del Cruzeiro de Porto Alegre, México perdió 2-1.

 

 

En la Copa del Mundo de 1958 en el primer partido de Argentina en una fase final en 24 años tuvo lugar en Malmö, y de nuevo fue un club local el que colaboró para ayudar con los uniformes. El IFK Malmö cedió su camiseta a Argentina, que se adelantó en el marcador antes de perder por 3-1 ante la vigente campeona, Alemania Occidental.

 

 

Francia y CA Kimberley, el último caso

Francia y Hungría disputaron un partido sin nada en juego, ya que ambas ya se encontraban matemáticamente eliminadas de la Copa del Mundo de 1978, y los franceses lo hicieron con las camisetas del Club Atlético Kimberley de Mar del Plata, conjunto local. En aquel lejano 1978, gran parte del mundo todavía veía la televisión en blanco y negro, por lo que, siempre que fuera posible, los partidos de fútbol televisados debían disputarse con uniformes bien diferenciados. En este sentido, en febrero de 1978, la FIFA escribió a las federaciones francesa y húngara para informarles de que Hungría debía jugar el partido de la Copa Mundial contra Francia con su camiseta roja de local, y que Francia debía llevar su camiseta blanca de visitante.

 

 

Sin embargo, a finales de abril o principios de mayo, la FIFA cambió de opinión y decidió que Francia llevara su camiseta azul de local y Hungría su camiseta blanca de visitante. Por desgracia, Henri Patrelle, funcionario de la FFF, solamente echó un vistazo a este comunicado, lo tiró a la basura y se olvidó de él…

Nadie adivinó nada hasta que los franceses saltaron al campo para calentar, con chándal azul sobre sus camisetas blancas. Sus rivales ya estaban en el campo. Henri Michel se dio cuenta de que había algo sospechosamente blanco bajo el chándal rojo de los húngaros.

«¿Camiseta blanca?» preguntó Michel a Peter Torocsik.

«Camiseta blanca», fue la respuesta.

Se preguntó a los oficiales franceses dónde estaban sus camisas azules. La respuesta fue ¡que estaban a 400 km de distancia, en Buenos Aires!

Rápidamente, se envió a un par de voluntarios de la Copa del Mundo en un coche para preguntar al club de fútbol local, el Club Atlético Kimberley, si tenía un juego de camisetas para prestar a los franceses. Afortunadamente, el Kimberley jugaba a rayas verdes y blancas y aceptó.

 

 

Lo curioso del caso es que las camisetas del Kimberley no tenían números, y solo disponían de 14 unidades para los jugadores de campo. A Kimberley no le importó que los franceses plancharan los números en sus camisetas, pero se opusieron a que la numeración fuera discontinua. Las camisetas tendrían que estar numeradas del 2 al 11 y del 13 al 16 (en Argentina el 12 era para el portero suplente).

Así que, después de que el saque inicial se detuviera durante 40 minutos para planchar los números, los equipos salieron finalmente al campo. Los pantalones azules oficiales de los franceses tenían números, así que hubo hasta cinco jugadores que jugaron con un número distinto en la camiseta y otro en el pantalón. Los jugadores franceses no se dejaron amedrentar por estos tejemanejes y ganaron 3-1.