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Fabián “El Mago” O’Neill, el talento charrúa no fue suficiente

 

Fabián “El Mago” O’Neill fue figura histórica en Nacional de Montevideo y el Cagliari Calcio, aunque pasó con más pena que gloria entre otros clubes como Juventus y Perugia. A pesar de que en la absoluta de Uruguay personificó el eslabón entre Francescoli y Recoba, le quedó muy grande el peso de esta consideración, y solo pudo sumar 19 partidos y 2 goles.

Nacido el 14 de octubre de 1973 en Paso de los Toros (Uruguay), empezó como arquero con Huracán (club de su ciudad), y se formó con Defensor de Pasos de los Toros antes de dar el salto a las inferiores de Nacional. En 1992 llegó a debutar con el primer equipo con tan solo 16 años de la mano de Roberto Fleitas, que le dio entrada en un partido internacional ante el Olimpia de Paraguay.

 

 

En aquel plantel, O’Neill aportaba frescura a un ataque en el que se destacaban Julio César Dely Valdés, «El Pepe» García y posteriormente Antonio Vidal González. Lamentablemente, Fabián tuvo una grave lesión en la rodilla jugando la Copa Libertadores ante el São Paulo, perdiéndose así casi toda la temporada. Volvió ante de acabar el campeonato para compartir con los Seré, De León, Lemos, Reveléz, y otros, el título de Campeón Uruguayo de 1992.

Al año siguiente formó una dupla tremenda con Fernando «Petete» Correa en el Mundial Sub-20 de Australia. Uruguay empató con Ghana con gol de Correa a pase de O’Neill en el debut. Luego vendría un triunfo contra Portugal con 2 goles del Isabelino (el último, un tiro libre mágico casi sobre la hora dejando parado al golero) y una victoria ante Alemania con tantos de «Petete». En el cruce de cuartos de final, Uruguay perdió ante Australia con gol de Oro sufriendo un arbitraje que permitió a los australianos golpear de manera brutal al 10 celeste.

 

 

A su vuelta a Nacional las cosas no le salieron como esperaba, aunque fue convocado por Luis Cubilla para jugar la Copa América de 1993, donde apenas participó unos minutos en el choque ante Estados Unidos. Luego vio como el Nacional de Miguel Angel Piazza perdía el título ante Peñarol y quedaba eliminado en las semifinales de la Super Copa.

Para 1994, con Eduardo Luján Manera, como entrenador, las sensaciones eran las mismas: alternaba titularidad y suplencia. Hacía cosas mágicas y cometía errores que hacían dudar de su concentración y cordura (como el arrojar su camiseta a la hinchada de Cerro en el mismísimo estadio Troccoli). Formó parte del plantel que ganó la Liguilla 93, pero en el Torneo Uruguayo de 94 perdió minutos a manos de Osvaldo Canobio y el mellizo Morales.

 

 

La temporada 1995 fue la de su consagración, con «El Chino» Salvá en el banquillo, jugando de número 10, pero con el 6 en la espalda, fue el más desequilibrante, aunque se quedó fuera para jugar la Copa América de 1995. Por aquel entonces, «El Mago» ya había sido encasillado como jugador polémico, de mala conducta, adicto a la bebida y con la cabeza en otros menesteres.

Aunque poco le importó a O’Neill, que con Salvá (y sus amigos Parodi, Souza y Guigou) fue feliz. Actuaciones destacadísimas en clásicos, enloqueciendo a Nicolás Rotundo (con dos caños en la misma jugada, algo que años más tarde repetiría con Genaro Gatusso) y una dupla de elaboración con JR Carrasco acercaban a Nacional al título. Sin embargo, el campeonato no se dio. Ese 1995 fue un año donde hubo muchas cosas extrañas que terminaron con el título para el lado carbonero y que como dato anecdótico arrojaron el segundo gol en un clásico de O’Neill.

 

 

Con la etiqueta de mejor jugador del fútbol uruguayo, O’Neill marchó rumbo al Cagliari dónde fue ídolo. En la isla de Cerdeña, «El Chiquilín» terminó de asentarse en su posición de doble 5. El respaldo que le dio Gregorio Pérez en su corta estadía como entrenador del club fue clave para que el jugador ganara en confianza y despertara la idolatría de los tifosi.

 

 

Si bien el equipo alternó buenas y malas campañas (bajando y subiendo) el puesto de O’Neill nunca estuvo en duda. Después de un descenso, fue transferido a la Juventus por 12 millones de dólares, donde llegó a compartir vestuario con sus compatriotas Paolo Montero, Daniel Fonseca y Daniel Zalayeta, y entablaría una gran amistad con Zinedine Zidane. La leyenda explica que alguna vez el francés lo definió como el mejor jugador que había visto, aunque nunca nadie ha podido contrastar el medio donde se publicó esta cita hasta día de hoy.

 

 

Tras dos años en los que se pasó más tiempo en la enfermería que en el campo, fue cedido al Perugia, donde llegó como parte de la operación que llevó a Davide Baiocco a la Juve.​ Para ese entonces ya había perdido su puesto en la Selección Nacional y el Mundial 2002 estaba cada vez más cerca. Sin embargo, Víctor Púa, sorprendió a todos cuando lo convocó para un amistoso ante Arabia Saudí. Uruguay perdió ese partido 3-2, pero O’Neill anotaba un gol de tiro libre y ganaba crédito en un encuentro que sirvió también para catapultar a un rubio delantero llamado Diego Forlán, que marcaba allí su primer tanto con la celeste.

Un par de actuaciones buenas en amistosos, unida a una mágica actuación ante Italia en el empate 1-1 (gol del Loco Abreu) lo ponía como titular indiscutido en la selección mundialista de 2002. Sin embargo, una lesión en el amistoso con Estados Unidos le dejaba fuera del partido ante China a poco del arranque del torneo y las alarmas se encendían. El resto es historia más que conocida. O’Neill no jugaría en todo el Mundial y su camiseta 10 apenas aparecería en pantalla cuando «El Chengue» Morales la mostraba tras marcar el primer tanto del 3-3 ante Senegal.

 

 

Tras la frustración de no poder jugar el Mundial, O’Neill regresó a Italia e intentó volver al Cagliari, pero tuvo inconvenientes con los dirigentes y se fue. Como años atrás había prometido, regresó a Nacional. «El Chiquilín», al que se había podido ver en una camioneta por 18 de julio con su amigo Chango Pintos Saldanha festejando el título del 98 o participando un año más tarde del Festejo de los 100 años, regresaba al Bolso.
Lo hacía a un tremendo plantel que integraban «El Loco» Abreu, Walter Horacio Peralta y Gaby Alvez entre otros. O’Neill fue la figura de Nacional en todos los encuentros disputados.

 

 

Sin embargo, a todos les quedará en la retina sus dos últimas actuaciones internacionales. Era el año 2003 y el rival era el Santos, un equipo que contaba con una delantera tremenda conformada por Diego, Ricardo Oliveira y Robinho (todos internacionales). En un partido épico en el Centenario Nacional y Santos igualaron 4-4. Cuando nadie daba nada por el Bolso, el equipo de Daniel Carreño empató 2-2 con goles de Eguren y la última genialidad de «El Mago» que vio adelantado al portero y marcó de tiro libre imposible a su palo. Luego en los penales los brasileños avanzarían a la siguiente ronda.

 

 

Tras la consecución del Apertura, una lesión y un problema económico con el presidente Eduardo Ache O’Neill decidió retirarse. La llegada de Jorge Dely Valdes y el hecho de que este cobrará más que el «Mago» fue lo que desencadenó todo. Dio la sensación de que Nacional debió cuidarlo mejor, pero no fue así. Con el tiempo, Peñarol, golpeó su puerta buscando que el crack, por despecho, cruzara la vereda de enfrente. No era la primera vez que el carbonero le tentaba con dinero y una vez más O’Neill se negó.

Retirado a los 29 años, pese al interés de River, tras una última temporada en Nacional, en 2003, el dinero que había ganado en su carrera se le fue con la misma facilidad con la que se escapaba de sus rivales. De su biografía Hasta la última gota –best seller en Uruguay en 2013, de los periodistas Federico Castillo y Horacio Varoli-, se quejó de que no cobró un centavo. Del contenido solo retrucó un dato. “La única mentira que hay en el libro, porque el resto está todo bien, es esta frase. ‘Tengo 39 años y llevo 30 tomando. Es momento de parar’. ¿Momento de parar? Ahora ya está. Voy a tomar hasta la muerte”, le dijo a López Blasco. Palabras desgraciadamente proféticas, y es que Fabián murió el domingo 25 de diciembre de 2022 a los 49 años por una cirrosis crónica.