Después de Boca, River, Independiente, San Lorenzo y Racing, el equipo que más hinchas argentinos tuvo el primer semestre de 1997 fue el casi milagroso Extremadura de la Liga de las Estrellas, que descendió a final de aquella temporada, faltándole solo un punto para el objetivo de la permanencia. Gran parte de aquella epopeya heroica, con final triste, fue gracias a cuatro legionarios argentinos que revolucionaron el club: Carlos Duré, más los tres que se le sumaron durante el mercado de invierno: José Basualdo, Navarro Montoya y Walter Silvani. En 1997 el grito ¡Argentina! ¡Argentina! sonaba bien fuerte en el Francisco de la Hera, ubicado en una pequeña ciudad de unos 35.000 habitantes, El Almendralejo.
Tras un paso de siete temporadas en Segunda División A, el club extremeño comenzó a escribir las páginas más gloriosas de toda su historia en la 1995-1996 al ascender por primera vez a la máxima categoría del fútbol español, e intercambiando la categoría con el Mérida sin llegar a cruzarse ni producirse un derbi extremeño en Primera.
El delantero con pasaporte comunitario Carlos Alejandro Duré fue el adelantado de aquella conexión argentina, que tuvo como gran protagonista a «El Mono» Montoya que consiguió que el Extremadura encadenara hasta nueve partidos invicto en casa, en gran parte por la confianza total de Josu Ortuondo, que confió en él para provocar la metamorfosis del equipo desde debajo de los tres palos para adelante.
Entre la jornada 19 y 35, el Extremadura sumó nueve triunfos y cinco empates, entre los que destacó el que logró en el Francisco de la Hera frente al Real Madrid, a la postre campeón con dos puntos de ventaja sobre el Barça de Ronaldo, pichichi de esa liga de 22 equipos con 34 goles. “El empate ante el Madrid en Almendralejo fue tremendo, totalmente inesperado. Venían con Suker, Roberto Carlos, un jovencito como Raúl… tuvimos muchísima suerte”, recuerda el excapitán Pedro José.
El conjunto de Josu Ortuondo incluso celebró dos triunfos por 3-0, ante el RCD Espanyol, con goles de Walter Silvani, José Antonio Padilla y Virgilio Ferreira, y el Logroñés, con goles de Pedro José Lorenzo, Carlos Alejandro Duré y Quique Estebaranz. Duré y Silvani fueron los máximos artilleros del equipo, con ocho y siete dianas, por delante de Javi Pineda con 4; en un equipo en el que también sobresalían, además de los citados, jugadores como Ito, Óscar Montiel, Juanito Rodríguez, José Ignacio Soler o José Cortés.
El Extremadura, que en la Copa consiguió un histórico 5-1 ante el Mérida, incluso llegó a salir de las posiciones de descenso, pero perdió cinco de los últimos siete partidos y acabó decimonoveno; a un solo punto de la promoción y de un Rayo Vallecano que, esta vez sí, acabó descendiendo después de perder ante el RCD Mallorca.
“Había equipos muy superiores y nos costó aterrizar en la competición. Yo di la talla, e incluso la gente se sorprende cuando digo que el escalón más grande que hay en el fútbol español es el existente entre Tercera y Segunda B. Si llegas a la categoría de bronce es por algo, allí no juega cualquiera”, recuerda el excapitán Pedro José.