El Europa vs América disputado el 7 de noviembre de 1995, reunió a algunos de los mejores futbolistas mundiales de mediados de los años 90 en un partido histórico celebrado en el Camp Nou de Barcelona. Pese a la gran campaña de marketing previa y el bajo precio de las entradas, el partido (supuestamente benéfico) tan solo consiguió 50.000 espectadores en las gradas, aunque llegó a los 7.125.000 telespectadores en toda España.
El árbitro fue el español Juan Antonio Fernández Marín, que no tuvo muchos problemas durante aquella noche de pura fantasía. La mayoría de futbolistas, todos vestidos con equipaciones Kappa, solo se dedicaron a destapar el tarro de sus mejores esencias en un clima de total respeto antes y después del encuentro, regalando imágenes muy bonitas como la de Jorge Campos y Hristo Stoichkov intercambiando sus camisetas.
El equipo europeo, dirigido por Johan Cruyff y Arsenio Iglesias, formó con Cedrún; Kiriakov, Koeman, Abelardo, Selymes; Michel, Amor, Stoichkov; Korneyev, Kassapis y Vercruysse durante el primero tiempo. Mientras que en el segundo jugaron Prunea; Petrescu, Schuster, Couto, Heus; Guardiola, Prosinecki, Arteaga; Koreneev, Stoichkov y Dumitrescu.
Los americanos, dirigidos por César Luis Menotti y Jorge Valdano, formaron con Higuita; Gutiérrez, Dulanto, Lalas, Iván Hurtado; Rincón, Del Solar, Valderrama; Latorre, Romario y Palhinha durante la primera mitad del encuentro, y en la segunda con Campos; Gutiérrez, Dulanto, Ronald Fuentes, Galo; Poyet, Valderrama (Jomelli, 68′); Latorre (Hugo Sánchez, 56′); Romário (Eduardo Hurtado, 73′) y Erwin Sánchez.
El público estaba hambriento de espectáculo y los 44 jugadores que se vistieron de corto no les defraudaron. Querían ver la magia de Romário, el genio de Stoichkov, las palomitas de Jorge Campos, las salidas de René Higuita, y lo vieron. Cada futbolista, en su especialidad y en la medida de sus posibilidades, intentó complacer a los asistentes, y cualquier detalle fuera de lo habitual era correspondido por el público con sinceros aplausos de agradecimiento.
Romário fue la gran atracción de la noche sobre el césped, por unanimidad. El delantero brasileño rememoró durante 73 minutos los grandes episodios que escribió mientras vistió la camiseta del FC Barcelona. El resultado final fue de 3-4, con goles de Latorre, Romário (3), Stoichkov, Arteaga y Korneyev.
La posterior polémica
El encuentro fue promocionado por la Fundación del FC Barcelona como un evento a beneficio de los niños de Bosnia, víctimas de la Guerra de los Balcanes, a través de Unicef, aunque la organización culé también fue receptora del dinero. La organización de tal magnánimo evento fue encargada al intermediario Josep María Minguella a través de su empresa Kalita SL. «Nadie se puede sentir estafado por mi actuación. A mí se me encargó la organización del partido y los números son perfectamente claros. Ceder mis beneficios a Unicef para que nadie pueda decir que yo me quedo con el dinero de nadie. Nadie sabe lo que cuesta organizar un partido de este calibre y solo faltaría que, además de cornudo, apaleado. Yo no he tenido ningún contacto con Unicef», confesaba el propio Minguella a la revista Don Balón.
El presupuesto de la organización superó los 75 millones de pesetas, y los jugadores recibieron una retribución (desigual), en concepto de dietas y la posibilidad de viajar a Barcelona con dos acompañantes. «Traer a Romário cuesta dos millones de pesetas en gastos de viaje y estancia» comentaba al periódico español El País, uno de los miembros de la organización, para justificar el elevado coste del partido.
La Fundación del FC Barcelona aseguró unos ingresos mínimos a Unicef por la celebración del partido, aunque ambas entidades se repartirían los beneficios, que fueron realmente sustanciosos. Los derechos de televisión, que prácticamente aseguraban el coste financiero, fueron vendidos a la cadena Antena 3, y las entradas fueron puestas a la venta, entre 1.000 y 3.000 pesetas.
«Cada cual debe poner su grano de arena», respondía Johan Cruyff para suavizar el clima de desconfianza que se generó ya antes del encuentro. «Si todos estos jugadores han venido aquí para una causa justa, el público no puede fallar. Es una cuestión personal de la gente hacia los niños. Y espero que la respuesta sea tan impresionante como hace 15 años».
Tras el partido, en el que el lema quedó reflejado en un gigante mosaico en las gradas «Todos con Unicef», jugadores como Cedrún, Arteaga o Freddy Rincón aseguraron a la revista Don Balón que la información acerca del destino de los beneficios generados por la celebración del partido era confusa, y que nadie les había indicado claramente hacia donde iban. El Real Madrid, por su parte, emitió una carta donde rehusaba entrar en ninguna polémica con el club culé, y el propio club culé, dirigido por Josep Lluís Núñez, no aclaró los hechos.