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Estudiantes y Manchester United en la Intercontinental de 1968

 

Manchester United y Estudiante de la Plata se enfrentaron, y nunca mejor dicho, a doble partido para la consecución de la Copa Intercontinental de 1968, y los red devils fueron doblegados en el partido de vuelta en su propio feudo. En Inglaterra la confianza para que el United de Matt Busby se proclamara campeón del mundo era total.

Y la verdad es que no era para menos, la absoluta inglesa venía de llevarse el Mundial que había organizado en 1966 y el Manchester acababa de ganar la Copa de Campeones de Europa. El Benfica de Lisboa cuya figura estelar era Eusebio, la Perla Negra de Mozambique, fue su víctima.

Entre sus mejores jugadores encontrábamos a Bobby Charlton, Alex Stepney, Pat Crerand, Tony Dunne y Nobby Stiles, contundente mediocentro defensivo pieza clave en el Mundial 66. Pero de entre todos ellos brillaban el mejor jugador escocés de la historia, Denis Law (Balón de Oro 1964/1965) y el mejor jugador norirlandés de todos los tiempos, George Best, Balón de Oro de 1968.

 

 

Estudiantes se coronó en la Copa Libertadores de América tras eliminar a grandes equipos como Universitario de Lima, Independiente de Avellaneda y Racing Club, vigente campeón sudamericano y mundial, para al cabo dar la vuelta olímpica el 16 de mayo, en el Estadio Centenario, tras imponerse sin atenuantes a Palmeiras de São Paulo en el tercer y decisivo juego.

 

 

El primer round en La Bombonera

Estudiantes de La Plata se había regalado el derecho a disputar una final intercontinental, siendo el tercer conjunto argentino en hacerlo, copiando los pasos de Independiente (cayó con el Inter de Italia en 1965 y 1966) y Racing (venció al Celtic en 1967). El primer encuentro se desarrolló en la «Bombonera» un 25 de septiembre de 1968 y ante 35 mil almas presentes. El «Pincha» conducido por Osvaldo Zubeldía salió a la cancha del 1 al 11 con: Alberto Poletti, Oscar Malbernat, Ramón Aguirre Suárez, Raúl Madero, José Medina, Carlos Salvador Bilardo, Carlos Pachamé, Néstor Togneri, Felipe Ribaudo, Marcos Conigliaro y Juan Ramón Verón.

 

 

El tanto de Conigliaro estamparía las cifras finales: 1-0 y esperanza intacta para viajar hacia Inglaterra veinte días más tarde. Un resultado que curiosamente varios jugadores del Manchester celebraron en el propio campo de La Bombonera, firmemente convencidos de que la desventaja era exigua y que por ende en la revancha pondrían las cosas en su lugar y ganarían por goleada. Algo más o menos así deducía la prensa inglesa que además se encargó de fomentar un clima hostil que en Old Trafford se tradujo en un estentóreo “¡Animals, Animals!» contra los jugadores de Estudiantes.

 

 

El segundo round en el Teatro de los Sueños

La planificación de Zubeldía para hacer arder a los red devils en su propio infierno tuvo resultados sorprendentes, un plan urdido curiosamente durante la concentración del equipo en Roma.

Juan Ramón Verón, tras una jugada de laboratorio y con golpe de cabeza, puso el 1-0 y enmudeció Old Trafford. Ni Denis Law, ni Bobby Charlton y mucho menos George Best, pudieron con Estudiantes, que tras la expulsión de Tato Medina se agrandó aún más y supo cómo jugar con el nerviosismo de su rival que llegó a la igualdad sobre el final del partido a través de Morgan.

 

 

Los campeones del mundo alistaron a Alberto José Poletti, Ramón Aguirre Suárez y José Hugo Medina: Oscar Miguel Malbernat, Carlos Oscar Pachamé y Raúl Horacio Madero; Felipe Ribaudo, Carlos Salvador Bilardo, Marcos Conigliaro, Néstor Togneri y Juan Ramón Verón.

 

 

En el segundo tiempo ingresó Juan Miguel Echecopar, que ese 16 de octubre cumplió 22 años de edad, en tanto el banco de suplentes fue completado por Mario Gabriel Flores, Hugo Spadaro, Rodolfo Fucceneco, Eduardo Manera, Ernesto Juan Alvarez y Luis Lavezzi. En Argentina se había quedado uno de los puntales de la conquista de la Libertadores, Eduardo Flores, el Bocha, quien años después sería modelo de cómo pegarle bien a la pelota de un adolescente Michel Platini que andaba sus primeros pasos en el Nancy de Francia.

 

 

Ese 16 de octubre de 1968 perdura en la retina de todos. Porque Estudiantes, contra todos los pronósticos, tocó el cielo con las manos y cumplió al pie de la letra una frase que quedará por siempre en la memoria de todos los estudiantiles: «A la gloria no se llega por un camino de rosas».

 

 

Tras la consecución de la Copa Intercontinental, Estudiantes se quedó unos días más en Europa para realizar una breve gira por Italia, donde los pupilos de Osvaldo Zubeldía se enfrentarían en el Giuseppe Meazza al Inter de Milán.