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Entrevista con Daniel Entrialgo, autor del libro “Puskas” 

 

Daniel Entrialgo es el autor del libro «Puskas», una de las figuras míticas del Real Madrid de finales de los años 50 y comienzos de los sesenta y estrella legendaria de la historia del fútbol. Apodado «Cañoncito Pum», debido a su fuerte disparo de zurda y a sus goles, fue un delantero excepcional que contó con el beneplácito de todos los aficionados, sin importar a qué club pertenecieran.

Uno de los grandes, que inspiró la magna obra del periodista Daniel Entrialgo, publicada por Espasa Narrativa. Una biografía novelada que configura la trayectoria del delantero, desde sus orígenes familiares, en Hungría, hasta su muerte. Jugador internacional, que fue acusado de traidor a la patria por el régimen comunista y al que le prohibieron la entrada a su propio país. La vida de Puskás es también el recorrido por un modo de ver el fútbol cuando no importaban tanto los millones y sí la manera de ser de cada equipo y cada jugador. Y también es un paseo por Europa y por determinados momentos históricos del siglo XX, desde la Alemania de Hitler a los regímenes totalitarios del Este.

 

 

Sus cifras aún hoy día son increíbles: 746 goles en 754 partidos oficiales; con la selección húngara obtuvo la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Helsinki en 1952 y fue subcampeón del Mundo en Suiza en 1954; con el Real Madrid consiguió 5 ligas, 3 Copas de Europa y fue en cuatro ocasiones el máximo realizador de la Liga Española.

 

 

¿Cuándo te interesaste por primera vez por la figura de Puskás?
Hace unos años, en torno a 2014, estaba buscando inspiración para una novela. Buscaba un personaje histórico famoso (no necesariamente futbolista) que me permitiera hacer algo parecido, mezclando realidad y ficción, a lo que realiza Jean Echenoz en su libro “Correr, Correr” con el famoso atleta olímpico Emil Zátopek. Me acordé de un documental que había visto en la universidad sobre Puskás y empecé a leer e investigar sobre él en profundidad. Me di cuenta de que era perfecto para lo que quería. Su vida era extraordinaria en todos los sentidos y, además, gran parte de ella se desarrollaba en España. Tardé unos dos años en documentarme y luego escribirla, ya que por aquella época trabajaba mucho y apenas tenía tiempo libre para dedicarle. Me costó mucho encontrar editorial y publicarla, pero finalmente la lancé con Espasa en 2018. Un parto bastante largo y doloroso, no obstante positivo al fin y al cabo.

 

¿Cuáles fueron tus principales fuentes para la documentación histórica de la obra?
Además de decenas de libros, documentales y películas (la mayoría, fuentes extranjeras), consulté muchos diarios deportivos de la época. Afortunadamente, hoy en día es fácil acceder digitalmente a la hemeroteca de periódicos como ABC, Marca, As, El Mundo Deportivo o La Vanguardia, la mayoría de los cuales vienen publicándose desde antes, incluso de la guerra. Hay muchas entrevistas, crónicas y reportajes de los años cincuenta, sesenta y décadas posteriores sobre Puskás y su entorno repletos de datos y curiosidades. Lo interesante de leer artículos de aquella época es que el futbolista aún no se ha convertido en leyenda y los textos no están influidos por el paso del tiempo. No es lo mismo, por ejemplo, escribir sobre Messi hoy (cuando ya sabemos lo que va a significar en la historia del fútbol) que en 2006, cuando apenas era una promesa. En este sentido, cuando Santiago Bernabéu fichó a Puskás para el Real Madrid en el verano de 1958, los periódicos españoles de la época fueron muy críticos con el presidente blanco. Consideraban una locura fichar a alguien tan mayor, tras dos años de inactividad y completamente pasado de peso. El Madrid era campeón de Europa y no necesitaba incorporar a alguien así en su plantilla. Hoy, sin embargo, se alaba la gran visión de futuro que tuvo Bernabéu al traérselo.

 

 

Tu libro navega entre la novela histórica, el ensayo y la biografía. ¿En este caso en concreto podríamos decir que has podido certificar que la realidad superó a la ficción?
Sin duda. Puskás tiene una vida de novela. Su biografía podría ser un perfecto guion de Hollywood o de cualquier serie actual de Netflix. Nace en un entorno humilde, debuta poco antes de la Segunda Guerra Mundial, padece los últimos días del gobierno nazi húngaro, se convierte en el niño mimado del gobierno comunista y asombra al mundo con su fútbol humillando a los ingleses, los inventores del fútbol, en Wembley en el  53. Sin embargo, pierde de forma incompresible el partido más importante de su vida (la final del Mundial 54 contra Alemania) y su vida se transforma en un infierno. Huye del país tras la Revolución húngara del 56, es acusado de traidor a la patria, borrado de los noticiarios y no podrá regresar a su casa durante 25 años (ni siquiera le dejan asistir al entierro de su madre). Gordo, deprimido y arruinado, se inventa una segunda vida de éxito en el Real Madrid, convirtiéndose en una leyenda de la Copa de Europa. Su trayectoria vital tiene algo de western crepuscular, aunque a mí me recuerda mucho más a una road-movie. De hecho, así es como se titulaba originalmente la novela: “Puskas, una road-movie”. La novela no solamente me permitió recorrer la vida de Puskás a modo de biografía. A través de su prolijo recorrido personal y deportivo, se puede resumir la evolución histórica del deporte del fútbol, desde que era una práctica casi amateur hasta el negocio ultra profesionalizado que es hoy en día, así como algunos de los sucesos políticos y sociales que han marcado de forma decisiva gran parte del siglo XX.

 

¿Cuál es la etapa de Puskás que más te ha cautivado? 
Su resurrección con el Real Madrid es muy emocionante. Puskás huye de Hungría en el 56 y la UEFA le sanciona con una inhabilitación de dos años. No puede siquiera entrenar. Se esconde en un pueblo de La Riviera italiana, Bordighera, donde empieza a engordar y deprimirse. Cuando Bernabéu le llama para fichar por el Real Madrid, tiene ya 31 años de edad y unos 18 kilos de sobrepeso. Es prácticamente un exfutbolista. Pero él sabe que está ante el último tren que va a pasar por delante de su vida y necesita subirse a él como sea.  Adelgaza esos 18 kilos en seis semanas, dando vueltas corriendo al Bernabéu en pleno agosto, envuelto en capas y capas de plástico para sudar aún más. En aquel Madrid dorado, Puskás coincide con Di Stéfano, Kopa, Rial, Gento… una concentración de egos parecida a la del París Saint Germain actual. Hasta entonces, él siempre había sido el líder indiscutible en todos los equipos en los que había jugado, el mejor de todos de lejos, la estrella que más brillaba, el capitán del barco al que todos miraban cuando se acerca una tormenta. Sin embargo, es consciente de su nueva situación y, de forma muy inteligente, en vez de enfrentarse a él, se somete al liderazgo de Di Stéfano para dedicarse a lo que mejor sabe hacer: meter muchos goles desde un segundo plano en la sombra. El equipo por encima de las individualidades. Es interesante saber que Puskás siempre salía el primero al campo, en su rol de capitán, en el Kispest, en la selección de Hungría, en el Hónved…  Sin embargo, con el Real Madrid, cambiará de hábitos y comenzará a salir el último, al final de la fila. Una decisión muy metafórica.

 

 

¿Crees que en Inglaterra se valora mucho más su figura que en España?
El famoso partido en el que Hungría venció a los ingleses por primera vez en la historia en su propio territorio (Inglaterra 3 – 6 Hungría; 25 de noviembre de 1953 en Wembley) causó un impacto en los aficionados británicos que aún hoy resulta difícil de imaginar. Ellos se consideraban invencibles, los mejores del mundo, habían inventado aquel deporte. Y llegaron unos tipos desde el centro de Europa y les pintaron la cara en su propia casa. Fue algo humillante y fascinante al mismo tiempo. Yo opino que se podría comparar a cuando un equipo de la NBA venía a jugar a Europa en los años 80 y los espectadores contemplaban mates, tapones y pases que nunca jamás habían visto. Hace algunos años estuve en Manchester visitando su National  Football Museum, posiblemente el único museo del mundo dedicado a la cultura del fútbol. Los ingleses habían reservado una de sus mejores salas a la memoria de Puskás, todo entera para él. Había objetos suyos de memorabilia por todas partes y unos monitores de televisión ofrecían sus mejores goles en bucle. Puskás es una figura venerada y muy respetada en Gran Bretaña. Lo adoran.

 

¿Puede existir cierto paralelismo entre la Hungría de Puskás y la Holanda de Cruyff,  si referenciamos su subcampeonato en una Copa del Mundo?
El fútbol fue muy injusto con estas dos selecciones. Fueron dos equipos que revolucionaron el fútbol de su tiempo en cuanto a estrategia, estilo de juego y tácticas. Gracias a ellos, en apenas unos años, el fútbol se modernizó a marchas aceleradas, provocando un salto evolutivo darwiniano. Y, sin embargo, ni Puskás y su Hungría, ni Cruyff y su Holanda, poseen un Mundial en su palmarés (posiblemente, por simple mala suerte). Es algo parecido a lo que pasa con Alfred Hitchcock, cambió la historia del cine y, sin embargo, jamás ganó un Oscar, lo cual resulta bastante raro visto hoy en día. En cualquier caso, aunque parezca increíble desde nuestra perspectiva actual, la derrota de Hungría contra Alemania en el 54 fue mucho más sorprendente e inesperada que la de Holanda en el 74. La Hungría de Puskás era superfavorita en aquel Mundial. No habían perdido un partido en cuatro años y arrasaba a todos sus rivales. Fue una desgracia, inexplicable desde casi cualquier punto de vista. De 100 partidos jugados, habrían ganado 99. Fue una auténtica catástrofe nacional.

 

 

¿Qué le faltó para ser considerado uno de los mejores de la historia a la altura de Pelé o Maradona?
Tuvo muy mala suerte porque su carrera internacional se vio interrumpida muchas ve ces por cuestiones no deportivas. La Segunda Guerra Mundial y sus efectos posteriores le impidieron disputar los Mundiales de 1946  (que fue suspendido) o el de 1950 (la federación de su país decidió no acudir), cuando Hungría tenía un equipo muy competitivo (ya habían sido finalistas en 1938). La Revolución de 1956 también le impediría disputar el Mundial de 1958 o las primeras Copas de Europa con el poderoso Hónved. En condiciones de igualdad (el Mundial del 54 lo jugó ya con 27 años y no empezó a despuntar en Copa de Europa hasta que llegó al Madrid, con 31), su palmarés podría ser mucho más impresionante. Además, Puskás desarrolló su carrera justo en el momento en el que el fútbol se estaba convirtiendo en un deporte popular y moderno. Cuando fue el mejor del mundo sin discusión, la televisión aún no poseía la fuerza globalizadora que tendría tan solo un poco más tarde. En el contexto actual, hubiera sido una estrella planetaria.

 

¿Qué jugador actual te recuerda a Puskás?
La verdad es que resulta muy difícil comparar futbolistas de épocas tan diferentes. Además, su forma de juego fue variando sensiblemente con los años. Existen muy pocas grabaciones del Puskás más joven, el que va desde 1944 a 1952, de quien se dice que era absolutamente imparable (raro era el año que no metía más de 40 goles solamente en Liga). Los aficionados del Real Madrid, sin embargo, se enamoraron de un Puskás ya maduro, el cual (un poco al estilo del Mes si actual) había ido retrasando su posición poco a poco, dosificando y reservando sus mejores esfuerzos y carreras para los momentos decisivos del partido. Aun así, en la Liga española llegó a ganar hasta cuatro torneos Pichichi, el último de ellos con 37 años a la espalda. En ese sentido, me recuerda a Messi en su pasmosa facilidad anotadora con la zurda. Balón que tocaba, balón que se iba para dentro. Metía un montón de goles al primer toque, apenas con un toque con el interior del pie a la escuadra. Lanzaba las faltas directas con la misma maestría y también los penaltis. Poseía una técnica descomunal con el balón en los pies y un disparo de empeine con efecto salvaje (en ese aspecto, me recuerda al mejor golpeo del rumano Gica Hagi). En su juventud, fue un futbolista pasional y a veces tenía también ese latigazo cruzado en velocidad, con cierta dosis de mala leche, que hizo famoso el búlgaro del Barça Hristo Stoichkov. En cualquier caso, él fue anterior a todas esas figuras (incluido Pelé, Maradona o Cruyff), por lo que serían ellos los que se parecerían a Puskás, y no al revés.

 

 

¿Abordarás otras figuras futboleras en tus próximas obras?
Tengo publicada otra novela, “La Tumba del cosmonauta” (Espasa, 2021), que aunque no tiene nada que ver con el deporte (trata sobre un cosmonauta real que fue borra do misteriosamente del programa espacial soviético por la KGB en los años sesenta) sí que tiene algunos guiños futboleros al viejo balompié de la URSS. Mi otro libro, “Cam peones de Medianoche” (Muddy Waters Books, 2020), recoge perfiles periodísticos de grandes estrellas estrelladas del deporte mundial. Deportistas que, a pesar de tener lo todo para triunfar, acabaron arruinados o destrozados por distintas razones, como el alcohol, el juego, el sexo o la vida disipada. En sus páginas, hablo por ejemplo de futbolistas como George Best, Robin Friday, «Mágico» González o Guillermo Gorostiza, uno de los mejores extremos de la historia del Athletic de Bilbao, que terminó sus días arruinado y consumido en un asilo de monjas.

 

¿Qué ha sido lo mejor de escribir “Puskas”?
Lo más gratificante de todo es cuando la gente te dice lo mucho que ha disfrutado le yendo la novela (incluso lectores a los que no les gusta especialmente el fútbol). Tuve críticas muy buenas de gente que admiro, como Manuel Jabois o el malogrado David Gistau (los cuales me felicitaron personalmente por el libro). En el apartado más emocionante, recibí una carta manuscrita de Javier Berasaluce, ex guardameta del Real Madrid y compañero de Puskás en aquel equipo de los sesenta. A sus noventa y pico años, y casi sin visión en sus ojos, había ido leyendo la novela poco a poco con la ayuda de su cuidador. Estaba muy agradecido y emocionado porque me confesaba que le había hecho revivir a través de las páginas los mejores años de su juventud. Hace apenas unas semanas, estuve en Budapest, presentando la edición en húngaro de la novela (que ha sido traducida al magiar por la editorial G-Adam). Fue una auténtica pasa da poder hablar e intercambiar opiniones con colegas y admiradores de Puskás en su propio país, donde es una auténtica leyenda nacional. La ciudad está repleta de estatuas, placas, calles, bares temáticos, murales e instituciones en su honor (ahora mismo, jugando en la primera división húngara, hay un equipo que se llama Puskás Akademia, que juega en el Pancho Arena estadio). La fiebre por Puskás es tan surrealista, en cierto punto, que hasta han estrenado un musical basado en su vida (no es broma). Allí también descubrí que hay cierta polémica sobre el uso político que el gobierno ultranacionalista de Viktor Orban está realizando con su legado, cuando Puskás jamás mostró ningún perfil político de ninguna clase. Por supuesto, dediqué unos minutos a visitar su tumba y rendirle tributo. Está enterrado en la cripta de la Basílica de San Esteban, junto a otras grandes figuras de la historia húngara.