Emilio Butragueño en la Selección Española de Fútbol llegó a disputar un total de 69 partidos entre 1984 y 1992, demostrando ser un artillero rápido, expeditivo, con un olfato de gol inigualable y una gran sangre fría para resolver en el área pequeña que lo convertía en un líder. Desde que debutase, con 20 años, marcando en un partido ante Gales el 17 de octubre de 1984, el apodado como «El Buitre» anotó un total de 26 goles.
En sus ocho años de presencia ininterrumpida en la selección jugó 2 mundiales, el de México e Italia, y una Eurocopa, la del 88. Previamente a su salto a la absoluta, había conseguido el subcampeonato de Europa Sub-21 en 1984.
Subido al primer equipo del Real Madrid por Alfredo di Stéfano en febrero de 1984, alcanzó la titularidad en la selección ese mismo año en octubre, tras la celebración de Eurocopa de Francia, competición en la que formó parte del combinado español, aunque no disputó ni un solo minuto bajo las órdenes de Miguel Muñoz.
Su gran momento
Querétaro trae grandes recuerdos a los fans de la Selección Española, los de una victoria brillante en el estadio Corregidora ante los daneses y con Emilio Butragueño en la cúspide de su carrera. Fue un 18 de junio de 1986, en una tarde calurosa en México. “Fue un día de suerte, yo siempre lo he dicho, no cualquier día se anotan cuatro goles en una Copa del Mundo, además Dinamarca era uno de los candidatos para ganar la Copa del Mundo. Hoy en día, cuando voy a un café en España, todavía hay quien me dice ‘lo recuerdo por aquel partido en Querétaro’“, confiesa el jugador.
Aquel día, el equipo de Miguel Muñoz soñaba con llegar a cuartos y enfrente estaba la Dinamarca de Laudrup y Elkjaer-Larsen que acumulaba una gran racha de victorias ante Uruguay (6-1), Escocia (1-0) y Alemania (2-0) en la fase de grupos. La Selección española venía de caer ante Brasil (1-0) en el debut -con el famoso «gol» de Michel- y de ganar a Irlanda del Norte (2-1) y a Argelia (3-0).
Butragueño recuerda que las sensaciones antes del encuentro eran muy buenas: «Veníamos de una primera fase buena, a pesar de la derrota ante Brasil, pero Dinamarca había hecho una primera parte excelente, con tres victorias. No obstante, estábamos confiados en que el juego de los daneses nos venía bien, porque jugaban y dejaban jugar. En el plano defensivo no eran tan estrictos como en el ofensivo y eso nos venía bien».
España comenzó perdiendo en el estadio Corregidora hasta que apareció este joven de 22 años, Emilio Butragueño, que revolucionó el partido con sus cuatro goles. Uno logrado en la primera parte (en el psicológico minuto 43) y el resto en la segunda mitad (en los minutos 56 -el que daba la vuelta al marcador-, en el 80 y 88, que certificaban la goleada). El otro tanto español lo logró Goikoechea (de penalti, en el minuto 68).
Pero, ¿cómo lo recuerda el gran protagonista?: «El partido empezó mal para nosotros. Ellos tomaron la iniciativa, comenzaron jugando mejor y se adelantaron en el marcador, pero en el último minuto de la primera parte conseguimos empatar en una jugada inusual. El lateral Jesper Olsen, desde su zona, cedió el balón al portero y yo aproveché el error para marcar. La segunda parte comenzó igual, con la iniciativa para ellos, pero en un saque de esquina anoté el segundo tanto de forma insólita en mí, de cabeza, y a partir de ese momento les cogimos muy bien al contragolpe e hicimos el tercero, cuarto y quinto. En la segunda parte salió Eloy al terreno de juego y logramos hilar muy buenas jugadas a la contra. Nos salió todo bien».
El duro adiós a la Selección Española
Emilio Butragueño, después de su exhibición mexicana, participó en la Eurocopa de 1988 y en el Mundial de 1990, aunque ya no volvió a brillar con la intensidad con que lo hizo en el Campeonato del Mundo del ´86. Su último partido como internacional tuvo lugar el 18 de noviembre de 1992 ante Eire, y es que la llegada de Javier Clemente al banquillo de la selección (acuerdo cerrado el 11 de junio de 1992) eliminó todas las posibilidades de extender su internacionalidad. La sustitución sistemática de los componentes de «La Quinta del Buitre» por los jugadores vascos que por aquel entonces formaron parte de la disciplina del FC Barcelona de Johan Cruyff, como núcleo del equipo, fue innegable. Muchos fueron los aficionados de la Selección Española que no entendieron aquella maniobra, especialmente debilitando la capacidad ofensiva del combinado español.
«Creo que la Quinta para los partidos en casa en campo bueno todavía estaban bien, ¿eh?, pero cuando había que ir fuera y había hule ya no estaban para tantos trotes. Yo tenía claro que si fuera de casa jugaban los que echaban el resto, lógicamente en casa tenían que seguir jugando. Ese era mi criterio. Opté por una selección nacional mucho más fuerte, mucho más rápida, mucho más aguerrida y se me criticó fundamentalmente porque quité a la Quinta. Pero fueron mis mejores años; años de gozar del nivel, del ambiente. Hicimos un equipo de casta, de raza, identificado, de defender la camiseta, muy de la nacional», recuerda Javier Clemente. Por su parte, Emilio Butragueño también habla claro sobre aquel periodo, «hubo un proceso lento de asimilación. Dentro de la decepción que supuso no ser llamado más, intenté ser práctico y asumir la realidad. Luché con el Real Madrid para volver pero esa etapa estaba terminada. Jamás reaccioné con ira hacia Clemente. Soy de los que piensa que la gente no actúa con mala fe. Era el seleccionador y elegía a los que él consideraba los mejores, así de sencillo. En esa ocasión tuve presente el exquisito comportamiento de Santillana cuando Di Stéfano lo sentó para incluirme a mí en el once titular del Real Madrid».