Desde que tenía cinco años, Steve Davies soñaba con jugar para el West Ham United, un apasionado del fútbol que creció en la lluviosa ciudad trabajadora de Rushden, donde, por derecho de nacimiento, debería haber apoyado al Rushden Town, Northampton o incluso al Coventry City. Pero después de ver al West Ham triunfar sobre el Fulham en la final de la FA Cup de 1975, se convirtió en un aficionado a distancia, prometiendo su lealtad a los Hammers desde sus 14 años.
Pasaron muchos años, hasta que el 27 de julio de 1994 el West Ham se enfrentaba al modesto Oxford City en partido amistoso, y Davis asistió al partido con su novia y un amigo. Se ubicaron muy cerca del banquillo del West Ham, y Davies se pasó casi toda la primera parte chillando e insultando a Lee Chapman, hasta el punto que Harry Redknapp, entrenador de los Hammers por aquel entonces, se dirigió a él un par de veces para calmarlo. “Lee Chapman estaba en el borde del área, y se enfrentó a un chico joven del Oxford. Lee lo superaba en altura, ¡pero terminó en el suelo! ¡Vamos, asno, Chapman, eres un inútil!” le grité, recuerda Davies.
“Si estás viendo a tu equipo y alguien hace algo realmente estúpido, no los dejarás en paz durante un par de minutos”, explica Steve. “Creo que Chapman perdió el balón otra vez, le hizo una entrada un defensor y se hizo un corte en la espinilla. Cayó al suelo y yo gritaba, ‘¡Vamos! ¡Levántate, asno!’” Chapman estaba siendo golpeado duro por los defensores de Oxford. “Seguía siendo golpeado, y yo le daba la lata por eso”, dice Steve.
Aquel primer tiempo terminó en un plácido 0-3, aunque con la gran mayoría de jugadores del West Ham muy cansados. El club de la Premier League se había presentado en aquel amistoso de pretemporada con menos efectivos de lo habitual, así que Redknapp tomó una extraña decisión sin dudarlo. “Hay un tipo junto al banquillo, y tiene el West Ham tatuado por todo los brazos y el cuello, tiene los pendientes, y le digo ‘oye, ¿puedes jugar tan bien como hablas?’”, recuerda el mister.
“Salté a la zona de banquillos y Harry me llevó por el túnel de vestuarios,” dice Steve. “¿Cuál es tu nombre, hijo?” preguntó Harry, evaluando al hooligan. “No podía creerlo. Dentro del vestuario, los jugadores estaban sentados descansando, aunque Chapman estaba renqueante. Entonces Harry dice, ‘Lee, tú fuera; Steve, tú entras.’” Chapman, sin camiseta, solo asintió. “Le pregunté, ¿qué talla de botas usas, hijo?” recuerda Redknapp. El encargado de equipamiento le trajo a Steve un uniforme.
“Alvin Martin estaba sentado a mi lado, y cuando nos levantamos, me dio un golpecito en la parte trasera de la cabeza, como para despertarme. Salimos por el túnel y aún pensaba que Harry se estaba riendo de mí. No creía que realmente iba a entrar, o pensaba que tal vez me darían un minuto o dos como una broma.” La multitud estalló en aplausos cuando los equipos aparecieron de nuevo, el cuarto árbitro gestionó los cambios y preguntó a Redknapp quién era Davis, Redknapp le respondió con sorna: «¿Es que no has visto el Mundial? Es el goleador búlgaro Tittyshev».
La segunda mitad comenzó con un silbato agudo. “No salí del medio campo de Oxford,” se ríe Steve. “Estaba jugando en la delantera con Trevor Morley, ¡esperando un gol! Era un fútbol increíblemente rápido. Esto era un gran paso adelante para mí, habituado a la liga de domingo… Toque algunas veces el balón, incluyendo un pase de Alvin Martin; recuerdo que llamó mi nombre con su acento de Liverpool. Estaba asombrado. ‘¡Stevie!’ gritó, y envió el balón directo a mis pies. Tenía tanta velocidad que casi me derriba No tuve ningún tiro a puerta porque nunca estaba solo. Esto no era como el fútbol callejero. Los defensores no te dejaban en paz.”
Se acercaba el final del partido y el West Ham seguía ganando 3-0 y, Matty Holmes metió un gran balón en profundidad a la espalda de la defensa. Davis, como una bala, se plantó solo ante el portero y, en su salida, en un delicado balón picado, anotaba un gran gol… que el juez de línea iba a anular por fuera de juego. Sin duda alguna, aquel día Davis vivió posiblemente el mejor momento que un fan del fútbol pudo haber soñado.