El brasileño Bebeto, ídolo absoluto en A Coruña desde su llegada en 1992, vivió una bella historia de amor, y éxito, a pesar del terrible trauma de la liga perdida en 1994. Desgraciadamente, su paso por el Superdépor también tuvo otro aspecto negativo, y es que el delantero intentó abandonar el club hasta en 3 ocasiones en los 4 años que permaneció bajo la disciplina del club gallego.
Un capítulo desagradable y polémico de la historia del campeón del mundo, que con el paso del tiempo ha sido olvidado, o silenciado, y que a continuación recuperamos dividiéndolo en 3 actos, intentando ser fieles a las crónicas deportivas de la época.
Mercado de verano de 1993, el primer desplante… junto a Mauro Silva
Tras su primera temporada en el club, Bebeto y Mauro Silva protagonizaron la escapada del verano, tras volver de las vacaciones de verano (cortas debido a la Copa América de aquel año en Ecuador). Juntos pusieron rumbo a la selección de Brasil, sin el consentimiento del club, provocando la primera polémica con la directiva. El presidente Lendoiro consideró abrir expedientes disciplinarios contra ambos jugadores y sancionar al delantero con una multa de seis millones de pesetas.
¿El motivo? A Bebeto se le diagnosticó una rotura fibrilar tras su regreso de Brasil, por lo que se le prohibió reincorporarse a la selección. Sin embargo, el jugador ignoró las órdenes y viajó nuevamente a su país natal, donde se sometió a una resonancia magnética que no reveló lesión alguna. Bebeto incluso amenazó con no regresar a La Coruña si era sancionado. La Federación Española, a instancias del Depor, solicitó a su homóloga brasileña el retorno inmediato de Bebeto, argumentando que su club había sufrido un grave perjuicio. Por su parte, la selección brasileña recibió el respaldo del presidente de la FIFA, João Havelange, quien les aseguró que intervendría a su favor.
El Deportivo reaccionó con firmeza ante las amenazas del brasileño Bebeto e insistió en su intención de sancionarle. «Si dice que no vuelve será porque pretende retirarse del fútbol. Nosotros no vamos a dejarle marchar. Para eso tendría que pagar 2.000 millones de pesetas, según la cláusula de rescisión de su contrato», aseguraba el director general del club, Manuel Montiel. Bebeto incluso llegó a decir que rompería su contrato si el club le multaba (6,5 millones de pesetas) por viajar a Brasil sin permiso para jugar el domingo con su selección.
Finalmente, el 23 de septiembre ambos volvieron, y a su llegada, Bebeto intentó restar importancia tanto a su retraso como a la polémica generada por su viaje a Brasil sin el permiso correspondiente del club. «Estoy muy tranquilo, no pasa nada. Lo único que hay que hacer es dialogar. Mi obligación era estar con la selección, aunque también comprendo la postura del Deportivo. Cuándo dije que no volvería si era sancionado era porque estaba en un momento de enfado. Las noticias que llegaban de España me parecieron injustas y por eso estallé». Bebeto y Mauro Silva se acabaron reuniendo con Augusto César Lendoiro, tras el primer partido en competiciones europeas, que les enfrentó en la Copa de la UEFA al Aalborg un 14 de septiembre de 1993, y juntos pusieron final a la polémica.
Verano de 1994, la historia completa del segundo e intenso desplante
El verano postmundialista de 1994 fue bastante calentito en A Coruña, con los representantes de Bebeto buscando fuentes de financiación para incrementar la oferta de 650 millones presentada al Deportivo a cambio de rescindir el contrato del jugador «lo antes posible». El delantero, de por aquel entonces 30 años y recién coronado campeón del mundo, había comentado a sus amigos que la decisión de abandonar La Coruña era definitiva. El 25 de agosto de 1994, su representante Ricardo Fuica incluso aseguraba que el jugador estaba dispuesto a dejar el fútbol de no lograr su propósito. «Bebeto no va a jugar más con este equipo, las posturas de ambas partes estaban muy lejanas. Nosotros no subiremos nuestra oferta, pero la solución no puede demorarse más allá de dos o tres días», explicaba Fuica, indicando también que Bebeto estaba «anímicamente destruido» por los problemas que atravesaba. Por su parte, Augusto César Lendoiro aseguraba que «Bebeto no está en venta, aunque intentaremos alcanzar un acuerdo que sea beneficioso para el club».
José Roberto Gama de Oliveira llegó a La Coruña con intención de negociar la rescisión del contrato, pero su postura se radicalizó aún más tras comprobar el enojo de la afición por su negativa a interrumpir las vacaciones. Según aquella versión, el futbolista estaba muy presionado por su esposa, que deseaba quedarse en Brasil. También se supo que Mauro Silva está gravemente lesionado tras el Mundial, aunque la noticia intentó silenciarse por los servicios médicos del club. Se le realizó una resonancia magnética que desveló una rotura del tedón rotuliano. Las primeras informaciones señalan que el brasileño sería operado y debería permanecer alejado de la competición durante al menos cuatro meses. Los problemas de los brasileños y las lesiones de Salinas y Claudio colocaban al Depor en una complicada situación.
Así pues, el futbolista brasileño comenzó a negociar con el club gallego la ruptura definitiva de su contrato, que no expiraba hasta 1996, llegando a ofrecer cinco millones de dólares (unos 650 millones de pesetas). Sin embargo, el Deportivo no aceptó la propuesta del jugador y le conminó a que se reincorporara de inmediato a los entrenamientos del equipo. Una posterior reunión de dos horas entre Bebeto, sus representantes y el presidente del Deportivo, Augusto César Lendoiro no solamente no sirvió para resolver el conflicto abierto en torno al jugador, sino que contribuyó a enquistar las posturas que mantenían ambas partes. Antes de aquella reunión, fuentes próximas al jugador habían indicado que este manejaba ofertas procedentes del fútbol japonés.
«Le hemos pedido que reflexione y al mismo tiempo le hemos ordenado cariñosamente que cumpla con su obligación de reincorporarse a los entrenamientos. El Deportivo quiere que Bebeto continúe y vamos a hacer lo posible por conseguirlo», aseguraba el presidente deportivista que también reconoció veladamente que el desacuerdo en la reunión se produjo porque el club no consideraba satisfactoria la oferta económica planteada por el jugador.
Por si alguna duda quedaba en la mente del jugador, los abucheos recibidos en Riazor durante el acto de presentación oficial del Deportivo, animaron a Bebeto a tomar la decisión de abandonar el fútbol español. El jugador se mostró muy contrariado por la hostilidad del público gallego tras coronarse campeón del mundo, que no le perdonó su indisciplina. En el propio estadio de Riazor confesó a los periodistas que la afición se estaba comportando de un modo «ingrato» y más tarde expresó en privado que se sentía abatido por el reproche popular.
¿Cómo llegó la solución a aquel conflicto? Tras un mes de desplantes y veladas amenazas, el delantero se rindió: el precio de su traspaso, fijado por el Deportivo en seis millones de dólares (unos 780 millones de pesetas), era prohibitivo para cualquier club de su país. El futbolista acudió a la sede del club, se dio un abrazo de reconciliación con el presidente Lendoiro y anunció cándidamente: «Yo tengo mi lado sentimental, tengo el corazón muy grande. He visto que el Deportivo pasaba por un momento difícil. Decidí quedarme porque siempre he sido feliz aquí».
Ni el más avieso guionista de telenovelas habría imaginado una conclusión mejor para el conflicto que estaba quitando el sueño a miles de aficionados gallegos. La entrañable imagen de Bebeto entrando en la sede del club acompañado de su esposa Denisse y su hijo recién nacido; los emocionados abrazos con Lendoiro y algunos empleados del club o los aplausos con que unos cuantos aficionados saludaron su llegada a las oficinas del Deportivo fueron los ingredientes perfectos para dibujar un final feliz, casi bucólico. «A partir de ahora solo pienso en ganar la Liga con el Deportivo», afirmaba el delantero. Con una ingenuidad asombrosa, el goleador explicó que su decisión de regresar a Brasil había sido únicamente producto de la morriña. «Después de ganar el Mundial», comentó, «empecé a pensar en quedarme en mi país, quería estar con mi madre, con mis hermanos, con mi abuela de 90 años, que es para mí como una segunda madre… Pero la prensa brasileña publicó cosas que no eran verdad. Yo aquí nunca he tenido problemas. La afición me quiere y todo el mundo me ha tratado con mucho cariño, el presidente, el míster y mis compañeros».
Bebeto no cesó de derrochar buenos sentimientos durante su comparecencia ante los medios informativos, acompañado de Lendoiro y su representante, Ricardo Fuica. Así, aseguró sin inmutarse que hubiese tomado la decisión de seguir en el Deportivo, aun en el caso de que algún club brasileño lograse reunir el dinero exigido por su fichaje. Según el futbolista, su cambio de criterio obedeció a un intento de ayudar al club «que está pasando un momento muy difícil por las lesiones de Mauro, Salinas y Claudio. En los últimos días, apenas he podido dormir», agregó, «varios compañeros como Aldana, que es un hermano para mí, Djukic o Donato han venido a verme y me han pedido que me quede». Cuando un periodista le recordó que había amenazado, a través de Fuica, con dejar el fútbol si no se le permitía rescindir su contrato con el Deportivo, se limitó a señalar: «Gracias a Dios, mi situación financiera me permitiría retirarme cuando quisiese».
El brasileño esperó que la afición olvidara lo ocurrido, sobre todo si lograba recuperar su instinto goleador. «Yo siempre he vivido de los goles y espero que vuelvan a llegar. Una parte del público, como los Riazor Blues me han apoyado incluso durante estos días y eso me resulta muy gratificante». Horas antes de que Bebeto accediese a continuar en el Deportivo, Lendoiro había dado por concluidas definitivamente las frenéticas negociaciones que mantuvo hasta la madrugada con el presidente del Flamengo de Río de Janeiro, Luiz Augusto Veloso, desplazado a La Coruña. A pesar de las promesas del intermediario Fuica, ni el Flamengo ni ningún otro equipo brasileño, ni tampoco el fantasmal grupo de empresas aludido en varias ocasiones por el representante de Bebeto, pudieron satisfacer las demandas económicas del Deportivo.
Lendoiro no quiso pronunciarse claramente al ser preguntado si el club mantendría su decisión de sancionar con 25.000 dólares al jugador por cada día que faltó a los entrenamientos. Advirtió que Bebeto «ha incurrido en una seria responsabilidad que habrá de afrontar», pero al mismo tiempo le definió como «un grandísimo jugador y una gran persona» e hizo un llamamiento para que la afición se muestre indulgente con él. «Lo ideal, lo bonito y lo correcto», aseveró Lendoiro, «sería que todos nos olvidemos de lo que ha ocurrido porque el comienzo de la Liga está ahí. Entre todos, hay que intentar recuperar a Bebeto, anímicamente y como futbolista».
A la tercera va la vencida, el verano de 1996
Tras ser pichichi y situar al Dépor en el mapa, Bebeto abandonó finalmente A Coruña en 1996 rumbo al Flamengo. La morriña se impuso, pero el arrepentimiento llegó pronto. Y quiso volver. Tras el «rivaldazo», Lendoiro volvió a llamarlo. La presión popular era tal que ambos limaron asperezas y negociaron el regreso. Bebeto incluso llegó a viajar a A Coruña, pero no fichó.
«Eso es pasado y ahora de poco vale removerlo. Se dijeron muchas cosas, pero no todas eran ciertas. La única verdad es que yo lo di todo para volver, pero no pudo ser. Lo de que yo pedí más dinero fue una de las mentiras que se contaron. La hinchada me quería y, aunque faltaban cosas por negociar, Lendoiro me dijo que viajara, que arreglaríamos todo en A Coruña. Incluso dio una rueda de prensa cuando no estaba firmado el contrato. Al final, el contrato no reflejaba lo que habíamos hablado. Quedé muy dolido. Porque yo quería volver al Deportivo. Pero no pudo ser», recuerda Bebeto.