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Batistuta y Cassano, historia de un enfrentamiento mediático

 

Gabriel Batistuta y Antonio Cassano compartieron delantera y vestuario, aunque no amistad, en la AS Roma, donde disputaron 23 partidos juntos con un total de 695 minutos entre la temporada 2001-2002 y 2002-2003.

Batigol fue la gran apuesta de Fabio Capello el verano de 2000, para contraatacar el Scudetto conseguido por la SS Lazio durante la Serie A de 1999-2000. El bombardero de Reconquista cumplió con el objetivo marcando 20 goles y ayudando a la consecución del Scudetto, algo que hace que a día de hoy siga siendo uno de los futbolistas más amados de la capital romana. Sin embargo, a partir de la temporada 2001-2002, los problemas físicos frenaron a «El Rey León» y su status de crack fue cuestionado por uno de sus propios compañeros de vestuario, Antonio Cassano. El delantero italiano llegó procedente del AS Bari a la capital pocos meses después de que la Roma se proclamara campeona.

 

 

El propio Cassano explicaba la enemistad con Batistuta en su biografía «Dico tutto», escrita junto a Pierluigi Pardo y publicada el 31 mayo 2011. «En ese equipo había un par de jugadores que odiaba. Uno era alto, bastante guapo, delantero, argentino, con el pelo largo. Bueno, ya te haces a la idea de que Batistuta me caía muy mal porque era apestoso. Era argentino, sí, pero de Parioli. Me importaba un bledo. Tenía muchos defectos. Tacaño, envidioso, crítico. No me llevé bien con él desde el primer día. Decía cosas a tus espaldas y sonreía delante de ti. Me importan una mierda los tipos como él. Siempre he saludado a todo el mundo de la misma manera, tanto en Bari Vecchia como en Trigoria, desde el presidente hasta los camareros. No soporto a los snobs. Así que le hago entender de inmediato que no me interesa tener una relación con él, y él corresponde a la frialdad. Un día en Trigoria estoy en la cola del bar, él llega y pasa por delante de mí. Los dos tuvimos que pedir un café con leche. A continuación, me meto el dedo en la nariz y se lo doy en la leche, como si mi dedo fuera una cucharilla. «¿Qué estás haciendo?», me dice. «O te lo bebes tú o me lo bebo yo», respondo. Él me dijo «ahora vas a beberlo». Y yo: «¡Claro!» Es evidente que soy más inteligente que él. Y me lo bebí, de un tirón. No me metí el dedo en la nariz, solo estaba fingiendo. Y de todos modos, todo era cosa mía. Muy bien. Receta especial, ingrediente secreto. No se lo tomó bien. Además, la ironía no es una cualidad que tengamos muchos. Pero me he vengado en los entrenamientos. Cuando cogía el balón le decía: ‘Corre, viejo, ven a por él, ven a por mí’. No pudo aguantar más».

 

 

Su falta de entendimiento fuera y dentro del terreno de juego propició que ambos no marcaran nunca mientras coincidieron en un partido oficial, y parece que aún a día de hoy aquella enemistad sigue regalando titulares. El italiano Antonio Cassano volvió a meter el dedo en la llaga el 27 de septiembre de 2022 en el podcast ‘Wild Moss’. “Era horrible cuando estaba con Batistuta y Marco Delvecchio en la Roma. Batistuta en especial, porque cuando llegaba a Trigoria (ciudad deportiva de la Roma) no pagaba ni un café, ni saludaba a ningún camarero. Esto era en un momento en el que él ganaba diez millones de euros, diez”, aseguró Cassano.

Ante tal ofensa, Gabriel Omar Batistuta decidió responderle en La Nazione. «Ser considerado desagradable por Cassano me parece un lindo cumplido. Te diré algo, cuando llegó a Roma lo vi desconcertado, no podía sentar la cabeza. Hablé con mi esposa, lo llevamos a nuestra casa y ahora escuchar que habla así de mí… lo siento mucho. Me da pena. No aprovechó la oportunidad que le dio el fútbol para crecer como persona”, concluyó Batistuta.

 

 

«Si ser tacaño significa no tirar el dinero solo para hacer felices a los demás, puede que sea cierto. Me he ganado mi dinero desde el principio hasta el final y lo uso como me place. Raramente, compro algo que no necesito y cuando lo necesito no miro el precio. Llámalo como quieras. Ahora sonrío más, estoy más relajado. Para mí el fútbol ha sido un trabajo, un trabajo bonito pero también una gran responsabilidad. Hay gente que pagó por verme y yo no podía permitirme que fuera solo un juego. Así que me lo tomé todo en serio y no tenía espacio para relajarme. Parecía duro. Una broma es suficiente para montar un escándalo y los periodistas siempre están al acecho. Ahora soy más agradable”, cerraba el tema el delantero argentino.