El fútbol a lo largo de la historia siempre se ha visto afectado por el componente social, siendo este una variable más de la compleja ecuación deportiva del éxito sobre el terreno de juego. Un triste episodio de esta influencia es el que se está viviendo estos últimos años en Barcelona (ciudad y provincia), con situaciones de extrema violencia, atracos y hasta tiroteos, convirtiéndola en la primera capital europea con más casos de robos a futbolistas (superando a Londres), y la segunda más peligrosa de toda Europa (robos y violencia), solo superada por Bruselas, según datos de Eurostat (oficina estadística de la Comisión Europea).
La tasa de ataques violentos y asaltos que se viven a diario en la Ciudad Condal, y ciudades próximas, ha llegado a tal exageración que ya triplica a la media nacional española, cobrándose ya miles de víctimas que han perdido la vida, sus pertenencias o que han acabado con secuelas físicas o psicológicas graves de por vida.
Consecuencia de ello, la directiva blaugrana de Joan Laporta, en 2021, decidió realizar cambios en el área de seguridad, apartando a Ferran López de su cargo como jefe de seguridad del club para situar al frente del departamento a Lluís Miquel Venteo, quien hasta ahora era inspector de los Mossos d’Esquadra (policia regional catalana). Y es que los futbolistas del primer equipo, al igual que otros deportistas de élite que residen o han visitado la ciudad, también han sido víctimas de esta oleada criminal y del acoso al salir de las instalaciones del club.
En 2018, el vestuario del FC Barcelona comenzó a vivir en primera persona esta locura: Jordi Alba, Messi, Luis Suárez, Piqué o Coutinho fueron algunos de los primeros grandes damnificados. Un año más tarde, fue el turno para Arthur, Boateng y Umtiti, aunque Busquets tuvo mejor suerte y pudo detectar a los intrusos que intentaban acceder a su vivienda. Posteriormente, llegarían los casos de Ansu Fati, Aubameyang y Lewandowski, al que incluso le robaron el reloj mientras firmaba autógrafos. Jules Koundé es, hasta día de hoy, la última víctima, por partida doble, de una larga lista de futbolistas damnificados (en los que también se debería incluir sus familias).
El RCD Espanyol, tampoco se ha librado de la situación. El último caso tuvo lugar en 2023, cuándo tres encapuchados asaltaron el domicilio de Keita Baldé apuntando con armas a su madre.
¿Está afectando la extrema inseguridad que vive Catalunya a la política de fichajes del FC Barcelona? ¿Habrá nuevas víctimas de asaltos violentos y robos entre la nómina de jugadores de la entidad culé? ¿Seguirá la estrategia de no acción de las autoridades políticas?