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Atlético Marbella en Segunda División A, gloria y condena

 

El Club Atlético de Marbella ascendió a la Segunda División A el verano de 1992, coincidiendo además con la desaparición del Club Deportivo Málaga (27 de julio), por lo que se convertía en el principal club de la provincia y un aliado del «gilismo». Los años 90 fueron para la ciudad de Marbella una época dorada en cuanto a la imagen que se proyectaba, más allá de publicitarse en las camisetas del Atlético de Madrid de Jesús Gil, alcalde marbellí de 1991 a 2002. Lujo, turismo, fiesta, glamour y posibilidades de prosperar marcaron aquellos tiempos en los que, como guinda, el club más representativo debía estar en el fútbol profesional.

La conversión a SAD, tras la toma de control por parte del ayuntamiento marbellí, y la posterior llegada del magnate Bob Petrovic, permitieron que al proyecto se unieran multitud de jugadores extranjeros para darle un toque de glamour. Predrag Spasić, Tilico (llegando lesionado), Veljko Paunović, Georgi Iordanov, Vladan Lukić, Miloš Bursać, Simo Krunić, Andrew Gray, Juan Antonio Crespín, Draženko Prskalo, Juan Ramón Comas, Diego Aguirre, Cuc, Sabek, Dani Fernández o Pedrag Jurić, fueron algunos de los ejemplos. Estos fueron llegando mezclándose con el talento nacional con pasado o futuro en Primera División como Pacheta, Armando, Leal, Esteban, Martín Domínguez, Arozarena u Olías, entre otros.

 

 

Los pilares del proyecto: Sergio Krešić & Antonio Serrano

En diciembre de 1989 el técnico Sergio Krešić llegó al banquillo marbellí para reflotar al equipo, hundido en el fondo de la clasificación del grupo IV de la Segunda División B. Pese a la sustancial mejoría, y llegando con posibilidades de salvación en la última jornada, el equipo acabó descendiendo a la Tercera División (cuarto nivel de España por aquel entonces).

La temporada siguiente, la 1990-91, el croata siguió en el cargo, con la plena confianza del presidente Antonio Serrano Pérez, teniente alcalde del G.I.L.. Este planificaría la plantilla desde el inicio con dinero de su bolsillo, y sentaría las bases de un equipo que ascendería dos categorías de forma consecutiva, llegando a la Segunda División A. Atrás quedarían 5 temporadas en Segunda División B y 24 en Tercera División.

 

 

Gloria y condena, la Segunda División A

Al Atlético Marbella no le vino nada mal el estreno en la categoría de plata del fútbol español, terminando en una sorprendente séptima posición, aunque aquello supusiera al mismo tiempo el principio del fin. El primer error fue destituir en 1993 a Krešić, auténtico valedor del proyecto deportivo, estando el equipo quinto en la clasificación en la jornada 26. ¿El motivo? Las desavenencias con Jesús Gil, que lo acusaba de ofrecer un juego aburrido y de perjudicar la afluencia de público y venta de abonos. Las malas lenguas acusaron al mandatario de querer sabotear al club, cuándo este empezó a ser un claro candidato al ascenso. El segundo, del que no se recuperaría nunca, su conversión en Sociedad Anónima Deportiva el 30 de diciembre de 1993, cuándo Antonio Serrano Pérez dejó de poner dinero en el club, y el ayuntamiento tomó su total control.

 

 

Con la temporada en marcha llegaría el gran punto de inflexión de esta historia, cuando el magnate, exfutbolista y exmúsico, Slobodan «Bob» Petrovic, compró por 113 millones de pesetas el club al Ayuntamiento de Marbella, que era su propietario, por recomendación de su amigo Jaime de Mora (aristócrata y actor español). El magnate serbochipriota, que tenía un yate anclado en el puerto marbellí, empezó a interesarse por el club cuando acompañó a Jesús Gil en marzo de 1994 al Camp Nou a un Barça-Atlético. Durante el verano se firmaron los acuerdos sellados verbalmente en abril, en los que entre el consistorio marbellí asumía hacerse cargo de la deuda que arrastraba la entidad, algo que nunca hizo.

Con el nuevo dueño al frente llegaron los fichajes, las promesas de suculentas primas y muchísima ilusión. Este invirtió 300 millones de pesetas en fichajes, después de hacerse con el 100% del accionariado el mes de julio de aquel año, prometiendo un proyecto ganador, y es que los fajos de billetes corrían por el club y el vestuario (literalmente sobre la camilla) sin pudor. Incluso llegó a prometerle a su goleador, Vladan Lukic, uno de los coches de lujo de su colección. Una promesa que sí cumplió, y lo hizo dándole las llaves de un flamante Lamborghini ante un espectador de lujo, Sean Connery, que había asistido a ver un partido del Marbella. El delantero yugoslavo además también conseguiría unas mini vacaciones de 7 días para poder ir a casarse a su país. Lo que no se esperaba el magnate es que el jugador viajaría desde España a su país natal conduciendo el coche, perdiendo 4 kg durante el largo viaje. Un hecho que le perjudicaría gravemente el estado de forma en su vuelta.

Todo era éxito, dinero y alegría en Marbella, y Petrovic hasta recibió la insignia de oro del equipo. ¿Qué podía fallar? Pocas semanas después, el magnate denunciaba que la Liga reclamaba un impago millonario del que tenía que hacerse cargo Jesús Gil y su partido, tal y como le prometieron al comprar el club. Después de ello llegaron los impagos a los jugadores, asegurándoles que solo cobrarían la nómina si estaban entre los 3 primeros, algo que provocó que la plantilla al completo se encerrara en el vestuario para protestar, siendo desalojada a golpes de porra por la policía. Y también las mentiras, como la llegada de Maradona como director deportivo o el imposible fichaje de Fernando Hierro. También comenzaron a aparecer asuntos turbios como su dudoso permiso de residencia en España.

Finalmente, el magnate acabó pagando a los jugadores sobre el propio terreno de juego, ante las cámaras, para poder acabar la temporada y conseguir el desbloqueo de sus cuentas.

 

 

Durante la 1994-1995, la inestabilidad del club intentando encontrar un modelo sostenible que permitiera compaginar la parte económica y deportiva, empezó a ser palpable con 7 entrenadores pasando por el banquillo, llegando a alinear hasta 27 futbolistas distintos, algunos de la talla del exmadridista Predrag Spasić. Desde Dragoslav Sekularac, que estuvo al frente del equipo las dos primeras jornadas, hasta Delfín Álvarez, que lo entrenó los tres últimos partidos, la lista de técnicos fue engullendo uno a uno a Antonio Alberto Montero Torres (8 encuentros), Miroslav Nestorovic (5 partidos), Thomas Coleman (2 choques), Ramón Blanco (16 jornadas) y Javier Nevado (2 duelos). Todos pusieron su granito de arena para que el equipo marbellí acabara la liga en la decimotercera posición de la clasificación.

El primer síntoma grave fue cuando se iniciaba la segunda vuelta, y el club no disponía de dinero para poder viajar en avión a Bilbao. Solo las aportaciones de aficionados permitieron el desplazamiento (en autocar), y los jugadores decidieron en una votación (donde no todos estuvieron de acuerdo) disputar ese encuentro, con una medida sindical, muy poco empleada en España, sus uniformes en vez de reflejar la publicidad habitual llevaban un mensaje muy sencillo “Petrovic, vete ya”. El idilio con Jesús Gil finalizó totalmente (aunque el magnate lo sigue recordando con cariño a día de hoy), y este tildó a Petrovic de “advenedizo, personajillo, mentiroso y falso millonario”.

 

 

Para la 1995-1996, con Petrovic habiendo abandonado por completo el proyecto antes del inicio de temporada, las cosas no cambiaron mucho. Participaron 3 entrenadores y hasta un total de 30 futbolistas, aunque aquella vez el equipo terminó como colista y con una deuda acumulada cercana a los 500 millones. Apenas unos meses después el equipo caía con estrépito a Segunda B, tras una temporada donde la afición abandonó al equipo, que acabó jugando en partidos con las gradas prácticamente vacías.

Ramón Blanco (12 partidos), Manuel Cardo (15 encuentros) y Gustavo Silva (11 choques) no fueron capaces de controlar el proyecto marbellí, que en los despachos también se hundió a causa del gasto desorbitado que generaron tantas salidas y entradas de técnicos y jugadores durante sus cuatro temporadas en Segunda División A.

 

 

Al siguiente año, el equipo volvía a quedar último en el Grupo IV de Segunda B cayendo estrepitosamente a la última categoría del fútbol nacional. El club no llegaría nunca a volver a jugar en Tercera División. Ese mismo verano, concretamente el 1 de agosto, el equipo es descendido administrativamente por la Real Federación Española de Fútbol a Regional Preferente por impagos a sus jugadores, situación que acabaría con la desaparición de la entidad tras declararse en quiebra.

En 1997 se fundó la actual Unión Deportiva Marbella, el cual ocupó la licencia que en aquel entonces utilizaba el Marbersula en Regional Preferente y así se ahorró el tener que empezar de cero en la entonces segunda regional andaluza.