Dos finales de Copa de Europa en las que el Atlético de Madrid del Cholo Simeone perdía frente a su vecino de la capital. Dos finales dolorosas que transcurrieron en un periodo de tres años. Pero algunos atléticos, los que han estado alentando al equipo toda la vida, recuerdan, quizá con más dolor incluso, la primera final europea que perdieron. Esta final para la mayoría de gente a la que le gusta el fútbol permanece en el olvido, pero resultó el inicio de una maldición que continúa en nuestros días.
Hablamos de la final de la Copa de Europa, de 1974. El equipo rojiblanco llegaba tras haber ganado a equipos como el Galatasaray, el Dinamo de Bucarest, el Estrella Roja y una semifinal de lo más violenta contra el Celtic de Glasgow, en este orden. Esta última también quedaría en la retina de los atléticos más mayores, e incluso en la historia del futbol.
La final se produjo en Bruselas frente al Bayern de Múnich a partido único, en el estadio Heysel el 15 de mayo. La fiesta de San Isidro se celebraba en la capital española. Esto hizo que 25.000 colchoneros se trasladaran a la ciudad belga para animar al club de sus amores. Era la primera vez que ambos equipos llegaban a una final europea.
El Bayern de aquel entonces, como hoy en día, era la base de la selección alemana. Un equipo característico por su gran superioridad física. Entre sus filas encontrados a jugadores de gran calidad como Sepp Maier, el mejor portero de entonces, el mítico F. Beckenbauer (el «Kaiser»), Uli Hoeneß y «Torpedo» Müller. Todos ellos campeones de Europa con su selección. De ahí que fuera el máximo aspirante al Mundial que se celebraba ese verano de 1974.
La retransmisión del partido comenzó dando un paseo por las gradas, mientras los equipos saltaban al campo. El colegiado encargado de dirigir el encuentro era el belga Vital Loraux. Con el pitido inicial dio comienzo el partido. Se inició con un ritmo acompasado, que no lento. Esto, sin embargo, fue algo que los hinchas del «Atleti» que se quedaron en España no pudieron ver. Un fallo técnico hizo que los primeros 15 minutos no se retransmitieran por los televisores españoles.
El equipo alemán salió con su esquema característico. El «Kaiser», desde su posición de líbero, iniciaba el juego del Bayern. El «Atleti» en cambio, en los primeros minutos se mantuvo expectante. Con el paso de los minutos, se fue haciendo dueño del balón y comenzó a acercarse al arquero alemán. El Bayern respondía contraatacando. La vida al revés.
El «Atleti» dominó la mayor parte de los 90 minutos. Luis Aragonés llevaba la batuta del equipo. Cabe destacar las actuaciones de Gárate, Ufarte y el capitán Adelardo. Aun así, concluyeron los noventa minutos sin goles por lo que se pasó a la prórroga. Hay que decir, que entonces si también la prorroga finalizaba sin goles o con empate, se celebraría un partido de desempate. Esto quiere decir que no se tirarían las tandas de penaltis.
Comenzó la prórroga y el «Atleti» seguía dominando el balón sobre el césped belga. Sin embargo, con el transcurso del juego se vio cómo las fuerzas del equipo madrileño empezaban a flaquear. Como consecuencia, los contraataques del equipo bávaro eran cada vez más peligrosos. No fue hasta el minuto 114 cuando, desde una falta en el borde del área, Luis Aragonés clavaría el esférico limpiando las telarañas de la esquina derecha de Maier. De ese gol se recuerda más la celebración anticipada del propio Luis, que el lanzamiento magistral en sí. El estadio entero se inundó de banderas y de la alegría «rojiblanca».
Pero esta alegría no duraría mucho. En el minuto 120 de la prórroga, el jugador del Bayern de nombre impronunciable, Schwarzenbeck, empataría el encuentro. Un punterazo a ras de hierba desde fuera del área, entraría pegado al palo derecho de la portería de Miguel Reina. Tras esto finalizaría el partido, llevando a ambos equipos a disputar un encuentro de desempate 48 horas después.
Los ánimos del «Atleti» estaban por los suelos. Los jugadores no durmieron en toda la noche pensando en ese gol en el último minuto. Como contaron años después, el equipo madrileño estaba menos preparado tanto física, como psicológicamente que los alemanes. Corrió la leyenda de que el portero, Miguel Reina – padre del jugador de la selección española Pepe Reina- no llegó al gol del empate porque acababa de llegar a la portería tras haberle regalado los guantes a un fotógrafo de Marca, celebrando el ya presumible triunfo colchonero.
El partido de desempate no pudo ir peor. El «Atleti» cayó 4-0 ante un Bayern muy superior físicamente. El cansancio por el primer partido y el bajo estado anímico de los jugadores «rojiblancos» pasó factura. El Bayern de Múnich ganaría así, su primera Copa de Europa. El «Atleti» perdía su primera final de la máxima competición europea.
En 1974, perdía en el último minuto y contra un equipo de uniforme blanco. En 2014 y 2016, se repetiría la historia. Una maldición que todavía no se ha roto. Sin embargo, el «Atleti» se sitúa hoy en día como uno de los equipos más competitivos de Europa. La «orejona» sigue siendo un sueño para todos esos atléticos que nunca dejan de creer.
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Susana Sierra
@_sxsnatm