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Así se llegó al primer partido oficial de futbol femenino de la historia

 

Aunque Escocia es históricamente reconocido como el primer país del mundo que anima a las mujeres a la práctica del fútbol en pleno siglo XVIII, el primer partido oficial de fútbol femenino de la historia tuvo lugar en la ciudad de Londres.

En Escocia el football femenino iba estrechamente ligado a las costumbres matrimoniales locales de las Highlands (Tierras Altas de Escocia). Las mujeres solteras jugaban al fútbol contra las mujeres casadas, ante la atenta mirada de los hombres solteros, que basándose en sus habilidades futbolísticas seleccionaban a sus futuras novias.

A día de hoy se interpreta que el football femenino llegó posteriormente a Inglaterra, ya que no hay evidencias históricas de que las mujeres jugaran a fútbol en este país durante el siglo XVIII. De hecho, hasta la formación de la Liga de Fútbol en 1885, el fútbol estaba dominado por las escuelas públicas, y estos primeros clubes temían que grupos de seguidores opuestos se metieran en peleas y empañaran la imagen de este joven deporte.

Nettie Honeyball se convirtió en la pionera de la práctica del fútbol femenino en Inglaterra, cuando en 1894 puso un anuncio en la prensa y persuadió a unas 30 jóvenes para que se unieran al British Ladies Football Club. Honeyball incluso persuadió a J. W. Julian, que jugaba en aquel entonces en el Tottenham Hotspur, para que las entrenara. Las sesiones de entrenamiento tenían lugar dos veces por semana en un parque junto al hipódromo de Alexandra Park en Hornsey.

 

 

Otra de las impulsoras del fútbol femenino a remarcar fue Florence Dixie, la hija menor del Marqués de Queensbury y otra feminista comprometida, aceptó convertirse en presidenta del British Ladies Football Club con la condición de que «las chicas entraran en el espíritu del juego con corazón y alma».

 

 

Así pues ante el aumento de la práctica y estructura del fútbol para mujeres, el primer partido oficial de fútbol femenino era todo un reclamo que se tenía que materializar.  El estadio Crouch End de Londres el 23 de marzo de 1895, acogió este esperado evento. Las futbolistas se organizaron en equipos que representaban el norte, vestido de rojo, y el sur de Londres, vestido de azul. El encuentro culminó con la victoria por 7-1 del North, capitaneado por Nettie Honeyball.

 

 

Las reacciones, la mayoría machistas y de desprecio, no se hicieron esperar, el Manchester Guardian informaba: «Sus atuendos llamaron mucho la atención…. una o dos agregaron faldas cortas sobre sus bragas…. Cuando la novedad haya pasado, no creemos que el fútbol femenino atraiga a las multitudes».

Un reportero del Daily Sketch afirmaba: «Los primeros minutos fueron suficientes para mostrar que el fútbol femenino, si se toma como criterio a las Damas Británicas, está totalmente fuera de discusión. Un futbolista requiere velocidad, juicio, habilidad y valor. Ninguna de estas cuatro cualidades fue evidente el sábado. En su mayoría, las damas vagaban sin rumbo por el campo en un trote sin gracia.»

El periódico «Sportsman» fue mucho más respetuoso: «Es cierto que los jóvenes correrían más y patearían con más fuerza, pero, más allá de esto, no puedo creer que mostraran un mayor conocimiento del juego o habilidad en su ejecución. No creo que a la futbolista se le vaya a pasar por alto una serie de artículos importantes escritos por hombres viejos por simpatía tanto con el fútbol como juego como con las aspiraciones de las nuevas jóvenes. Si la futbolista muere, morirá duramente.»