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Argentina 0 – 5 Colombia, el día que los cafeteros tomaron El Monumental

 

Domingo 5 de septiembre de 1993, Argentina y Colombia se enfrentan en la ciudad de Buenos Aires en un partido trascendental para su clasificación al Mundial de Estados Unidos 1994. La selección argentina, en ese momento segunda del grupo, necesitaba ganar para no jugar la repesca contra Australia o esperar el resultado de Perú y Paraguay en Lima. Por su parte, Colombia al ocupar la primera posición del grupo A alcanzaría su clasificación directa al Mundial con el empate o la victoria en el Monumental de River.

Todas las quinielas apuntaban positivamente al combinado argentino, que llevaba invicto jugando como local durante seis años, además de permanecer también invicto de las ediciones de la Copa América de 1991 y 1993, así como de la Copa FIFA Confederaciones 1992 y de la Copa Artemio Franchi 1993. A pocos días del crucial encuentro, Diego Armando Maradona lanzó una frase para caldear los ánimos durante una entrevista en televisión, mientras ponía las palmas de las manos paralelas al suelo, a la altura del pecho, una más arriba de la otra, dijo «no se puede cambiar la historia, no se debe cambiar la historia: Argentina arriba, Colombia abajo».

 

 

Por aquel entonces pensar que Argentina iría a la repesca contra el ganador de la clasificación de Oceanía era surrealista, al fin y al cabo, Argentina había sido dos veces campeona del mundo y 14 veces reina de Sudamérica. Habían llegado a tres de las últimas cuatro finales de la Copa del Mundo. Colombia, por el contrario, no tenía ningún honor en el continente y solamente había asistido a dos Copas del Mundo. En Italia 90, al igual que Argentina en la fase de grupos, había sido humillada por la Camerún de Roger Milla, y Colombia quedó eliminada en octavos de final.

Tres semanas antes del fatídico partido en el Monumental, Argentina había llegado a Barranquilla con una racha de 33 partidos sin perder, pero no pudo. Colombia les dio una pequeña muestra de lo que estaba por venir, sellando una victoria por 2-1 en el Estadio Metropolitano. Francisco Maturana, que volvía a dirigir a los cafeteros por segunda vez tras haberlos llevado a Italia 90, inculcó a sus discípulos la costumbre de presionar alto, dominar la posesión, utilizar su velocidad y por encima de todo dar libertad a la creatividad individual de sus jugadores para que fueran ellos mismos sobre el campo.

 

 

Y llegó el día

73.000 espectadores, con Diego Armando Maradona entre ellos (quien no había sido tenido en cuenta por Alfio Basile ni en la Copa América ni las eliminatorias), y el árbitro uruguayo Ernesto Filippi, en reemplazo del chileno Carlos Robles, no sabían que vivirían una jornada histórica para el fútbol sudamericano e internacional. El partido fue transmitido para toda Colombia por la Cadena Uno (actual Canal Uno) a través del programa Gol Caracol de la entonces Caracol Televisión con narraciones de William Vinasco acompañado de Adolfo Pérez López en los comentarios y Édgar Perea con los comentarios de Hernán Peláez y para Argentina por el Canal 13 y por ATC para el interior del país con la narración de Marcelo Araujo con los comentarios de Enrique Macaya.

 

 

Alineaciones:

Argentina: Sergio Goycochea; Julio Saldana, Jorge Borelli, Oscar Ruggeri, Ricardo Altamirano; Gustavo Zapata, Fernando Redondo (Alberto Acosta 69), Diego Simeone, Leonardo Rodríguez (Claudio García 54); Ramón Medina Bello, Gabriel Batistuta.

Colombia: Óscar Córdoba; Luis Herrera, Luis Perea, Alexis Mendoza, Wilson Pérez; Leonel Álvarez, Gabriel Gómez, Carlos Valderrama, Freddy Rincón; Faustino Asprilla, Adolfo Valencia.

 

 

Argentina amenazó en los primeros compases del encuentro por medio de Gabriel Batistuta y Ramón Medina Bello, pero Faustino Asprilla respondió ofreciendo una muestra de lo que estaba por llegar, al girar y zafarse de tres defensas para obligar a Sergio Goycochea a detener el balón. Era el primer aviso.

El primer gol lo marcó el desbocado Freddy Rincón, gracias en gran parte por la genialidad del «Rey de América» de 1993, Carlos Valderrama, cuando tras recoger un balón en un centro del campo frenético encontró un sencillo pase de cinco metros de distancia hacia Rincón. Colombia se fue al descanso merecidamente en ventaja.

 

 

En la segunda parte, los locales pidieron con vehemencia a los argentinos que «tuvieran huevos», recordándoles que una derrota podría suponer la clasificación de la Paraguay de Chilavert para el Mundial. Colombia los hizo esperar un par de minutos más, solamente para aumentar los nervios.

El defensa argentino Óscar «Cabezón» Ruggeri volvió a apuntar a los tobillos de Valderrama, mientras que Colombia reapareció preparada para dar una clase magistral de contraataque. El golpe de gracia llegó a los cinco minutos de la segunda parte, cuando un inspirado Asprilla recibió un pase elevado, se escabulló entre el último defensor y marcó el segundo gol. Argentina tuvo oportunidades, pero el joven Óscar Córdoba en la portería se mantuvo firme como nadie esa noche. El joven de 23 años probablemente ni siquiera habría jugado si René Higuita no se hubiera visto obligado a ver el partido por televisión desde una celda de la cárcel, tras ser acusado de organizar ilegalmente la liberación de una víctima de secuestro.

 

 

Otro contragolpe desenfrenado terminó con el tercer gol de Rincón en el minuto 74. Apenas un minuto después, un Asprilla imposible de jugar llevó a Colombia al país de los sueños al robarle a Jorge Borelli y galopar hacia delante para batir a Goycochea en el gol de la noche. El cinco perfecto se completó a cinco minutos del final, cuando Asprilla hizo rodar a Valencia para dar el golpe de gracia.

 

 

Con el partido en contra y la frustración de los anfitriones en ebullición, el centrocampista argentino Diego Simeone propinó un codazo a Valencia a pocos metros del árbitro Ernesto Filippi, que inmediatamente se dirigió con decisión hacia Simeone y sorprendentemente no le mostró ninguna tarjeta. No fue nada más que el último coletazo de un equipo roto, que vio tras el pitido final como los jugadores de la selección de Colombia se abrazaban casi sin creérselo, mientras la afición argentina los aplaudía reconociendo su gran partido.

 

 

Las consecuencias

Los padrinos del fútbol sudamericano habían sido humillados como nunca antes, y necesitarían una victoria en la repesca intercontinental contra Australia para llegar al Mundial de Estados Unidos de 1994, algo que llegaría en gran parte gracias al retorno de Maradona.

Mientras tanto, Colombia, de la noche a la mañana, se convirtió en uno de los grandes candidatos a ganar el Mundial de Estados Unidos del siguiente año. Ya en 1994, el triunfalismo colombiano rompió todos los límites después de que nada menos que Johan Cruyff, Franz Beckenbauer y Pelé dijeran que la selección de Valderrama se encaminaba a ganar el torneo. «Colombia campeón» se leía en las calles del país cafetero y no eran pocos los que pensaban de verdad que había llegado el momento de la hazaña mayor en la Copa del Mundo.