spot_img

El día que Aragón, Nayim y Cafú emularon a Bebeto, Romário y Mazinho

 

El partido de las semifinales de la Recopa 1994-1995, entre el Chelsea – Real Zaragoza, nos dejó una celebración para la historia. Aquel mítico 20 de abril de 1995, Aragón, Nayim y Cafú emularon a Bebeto, Romário y Mazinho en el Mundial de Estados Unidos de 1994.

El 3-0 del partido de ida y la superioridad técnica del equipo español avalaban su candidatura como finalista de la Recopa. En la antesala de aquel partido, los londinenses, lejos de exponer argumentos futbolísticos o aferrarse a sus inexistentes estrellas, se refugiaba en algunos tópicos del fútbol británico: asfixia ambiental, presión física y una batalla cuerpo a cuerpo por todo el césped.

 

 

En una noche para la leyenda, el Real Zaragoza aguantó el asedio inglés, sin perder la compostura. Su defensa adelantada complicó la vida al trompicado centro del campo londinense. Superado el supuesto túnel de terror del primer cuarto, el Zaragoza se estiró. En solo dos minutos, «El Paquete» Higuera mostró parte del repertorio aragonés. Stamford Bridge dejó de rugir y el Chelsea acentuó su aire ramplón.

 

 

El medio campo aragonés fue el corazón táctico del equipo. El epicentro de un conjunto que se movía casi siempre en vertical. A la búsqueda incesante de sus tres estiletes ofensivos: Pardeza, Higuera y Esnáider. Tenían los tres un amplio sentido del juego, una habilidad extraordinaria para el desmarque, para alocar a la defensa contraria. Pero necesitaban sustento. Y el puñal de Poyet, ausente por lesión y relevado por Óscar, se echó mucho de menos en ataque.

Con los zaragozanos tapados en el eje, poco a poco los ingleses afilaron las punteras. No crearon peligro, pero hicieron recular a la defensa maña. Se abrieron las líneas y el Zaragoza perdió el orden. En medio del dislate llegó el gol de Furlong. Fue un trazo acorde con el encuentro: un despeje de Juanmi que se estrelló en la espalda del fornido delantero londinense. Puro disparate.

Asistió entonces el Zaragoza a su peor trance. Tocado por la fatalidad, se vio torpedeado durante unos minutos. El Chelsea intentó ahondar en la herida. Emergieron entonces Cáceres y Solana, la pareja de centrales, y aplacaron la tormenta.

Resuelto el apuro, llegó el gol de Aragón tras el descanso, con celebración junto a Nayim y Cafú que se unieron a él emulando a Romário, Bebeto y Mazinho en el Mundial de Estados Unidos de 1994, meciendo sus brazos como si tuvieran en sus manos a un bebé.

 

 

El Zaragoza se encontró de nuevo con un margen suficiente para algo más que soñar con París. Todo circulaba hacia un segundo tanto español cuando Hoddle, el entrenador-jugador inglés, irrumpió en el terreno. A sus 37 años fue capaz de conducir por otros vericuetos a sus compañeros. Su presencia insufló el juego del Chelsea y de nuevo el partido viró de su lado con golazo del caribeño Frank Sinclair. A pesar de las últimas embestidas, y un tercer gol de los locales en el 86 gracias a Stein, la eliminatoria siempre estuvo en la mano del Zaragoza. Le faltó tono para mandar, para evitar algún que otro cosquilleo, pero siempre expuso mejor talante. En la final lo esperaba el Arsenal, que repetía como finalista por segundo año consecutivo, el resto es historia.