El fútbol era un trocito de esperanza y alegría en la dura posguerra en la Unión Soviética, un pueblo que se sacrificó más que nadie contra la barbarie nazi que dio a los supervivientes un aire de carácter duro como el acero de las fábricas de Petrogrado. Quizás esto ayuda a entender el porqué de una generación de futbolistas brillantes olvidada por el paso del tiempo, y que podemos considerar mitos de un deporte aún no ultra profesionalizado. Además no contaba ni con las grandes competiciones actuales, y aún menos con todo el despliegue mediático que acompaña al deporte negocio actual.
Los industriales británicos y alemanes que llevaron el fútbol en Rusia a mediados de siglo XIX no se podían imaginar que aquellos obreros y campesinos que eran mano de obra barata para sus fábricas acabarían dando un montón de futbolistas extraordinarios. Algunos incluso harían giras por el Reino Unido haciendo frente, y en algunos casos goleando a sus clubes, siempre tan satisfechos. De entre estas giras queremos destacar la que el Dinamo de Moscú hacer en 1945 después de ganar el campeonato soviético y donde destacaría un portero con guantes negros, cosa nada habitual para la época, era Alexei Khomich, el tigre de Moscú.
Dicen que era un portero ágil, frío, imbatible en el uno contra uno valiente en las salidas y que no podíamos esperar menos de un soldado del ejército rojo de los años cuarenta, si los nazis no pudieron con él menos lo harían los delanteros. Khomich fue un portero reconocido por todos y defendió firmemente la portería del Dinamo, hasta que por culpa de las lesiones en 1951 tomaría la decisión de marcharse al Dinamo de Minsk, donde se retiraría tres años después y sin haber podido ser internacional. La URSS, aunque algunos partidos amistosos los años veinte, no jugaría partidos oficiales hasta los Juegos Olímpicos de 1952 que él se perdería por lesión.
Pero las lesiones, a pesar de que puedan ser tristes, pueden ser el inicio de algo maravilloso. Durante sus años al Dinamo coincidió con un portero juvenil al que ayudaría, y sería amigo hasta el final de sus días, el cual le idolatraba y la imitaba, por ejemplo llevando los Guantes negros. Tal vez la historia de amistad comenzó el día que Khomich no pudo jugar por lesión un partido amistoso contra el Traktor de Stalingrado, y su compañero lo sustituyó sin mucha fortuna porque en los primeros minutos del partido el portero del equipo rival envió el balón en el área del Dinamo y el joven portero chocó contra un defensa y el gol se convirtió inevitable entre la risa general, unos años más tarde se repetiría una situación semejante, aquel golpe contra el Spartak de Moscú y parecía que aquel chico no tenía futuro.
Aquel joven portero era Lev Yashin de quien no hay que decir que acabaría siendo un mito. Una vez retirado Khomich pasó a ser entrenador de porteros del Dinamo y gracias a su carácter y a base de duros entrenamientos y una férrea disciplina transformó aquel joven en uno de los mitos indiscutibles de la historia del fútbol. Ambos se idolatraban y la amistad se fue haciendo fuerte. Khomich también era amante de la fotografía y comenzó a compaginar ese trabajo con la de foto-periodista por el semanario El fútbol para quien captó cientos de imágenes de la araña negra. Como decíamos, eran unos tiempos nada mediáticos y gracias a él tenemos la mayoría de imágenes del mito.
https://www.youtube.com/watch?v=5ixthT5aba4
Marc Trilla