Álex Aguinaga fue uno de los futbolistas más importantes de la historia de Ecuador que además ostenta el récord de participaciones en la Copa América, con ocho. Su trayectoria siempre será recordada y vinculada al club mexicano Necaxa, con el que pasó la mayor parte de su carrera, aunque estuvo muy cerca de recalar en el AC Milan de Arrigo Sacchi a finales de los años 90.
Domingo 2 de julio de 1989, la Copa América tiene lugar en Brasil, y como es habitual una legión de ojeadores y directivos de clubes europeos se trasladan a Sudamérica para ver en persona a los jugadores más potentes del torneo. El partido del Grupo B entre Ecuador y Uruguay tuvo un espectador de lujo, Fabio Capello, que no se perdió la actuación de un joven centrocampista de 21 años del que se hablaba muy bien por aquel entonces. Era una petición del propio Arrigo Sacchi, entrenador rossonero de aquel entonces. Era ni más ni menos que Álex Aguinaga, el jefe ecuatoriano del eje del centro del campo. Pese a tener ocupadas las plazas de extranjeros por aquel entonces, la idea era ficharlo para cederlo una temporada en otro club de la Serie A.
Al final del partido, Capello se acercó a unos directivos federativos ecuatorianos y les pidió más información sobre el jugador. Se le informó de que Aguinaga ya había sido vendido a México, después de haberlo hecho brillantemente en el campeonato local con el Deportivo Quito durante 5 temporadas. Fabio preguntó si era posible conocer el coste de la operación, y cuando se enteró de que el centrocampista solamente cobraría 200 mil dólares, se mordió literalmente la lengua. Los «rossoneri» estaban dispuestos a pagarle hasta 3 millones…
El máximo ídolo de los Rayos, Álex Aguinaga, confesó posteriormente que los primeros acercamientos fueron del América y del Necaxa, que en aquel entonces pertenecían al mismo dueño, y que posteriormente llegó el turno del AC Milan. «Diversos equipos se acercaron, pero más el Necaxa, que era un equipo que manejaba también Televisa, yo no tenía ningún problema, no conocía a ninguno de los dos, obviamente el América era más reconocido, pero no se tenía la información que se tenía ahora. Se apalabró y dije que iba a venir al fútbol mexicano, luego hubo una serie de situaciones».
«Se acercó Fabio Capello, en ese entonces director deportivo del AC Milan, y preguntó por mis servicios, pero le dijeron que ya estaba negociado al fútbol mexicano. Preguntó: ‘¿por cuánto?’, eran 280 mil dólares en ese entonces y él dijo que hubieran pagado diez veces más. Yo todavía no tenía nada firmado, entonces seguí con el interés de varios equipos y ya se tenía un convenio firmado por mi club y el italiano, pero al final yo di mi palabra para venir al fútbol mexicano, me comprometí y para mí es mucho más importante eso que el dinero. Siempre lo manejé así: la palabra encima del dinero».