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Cuando las aficiones del Celtic y del Glasgow Rangers fueron una

 

Es sabido por los aficionados al fútbol, ​​y diría que para la gente que no le gusta el fútbol también, el encarnizado odio que se profesan las aficiones del Celtic y del Rangers desde el nacimiento de ambos clubes. Apenas se sacan siete años de diferencia, el Celtic se fundó en 1888 y el Rangers en 1872.

La llegada masiva de inmigrantes irlandeses en Escocia a partir de mediados del siglo XIX, particularmente en la ciudad industrial de Glasgow, trasvasó también los conflictos latentes existentes entre las comunidades católicas y protestantes, mayoritariamente nacionalistas irlandeses, los primeros, y unionistas británicos los segundos, formando ambos clubes parte fundamental del conflicto. Los católicos nacionalistas apoyaban al Celtic, y los protestantes unionistas hacían lo mismo con el Rangers. Desde sus primeros enfrentamientos futbolísticos la violencia estuvo siempre presente con unos niveles desconocidos en ninguna otra parte del mundo. El «Old Firm», el enfrentamiento entre los dos clubes, provocaba disturbios de altísima intensidad, incluyendo muertos en más de una ocasión. Dos aficiones que son mucho más que rivales, son enemigas en el sentido más literal de la palabra, pero como en toda regla general siempre hay una excepción, y con el «Old Firm» de Glasgow no sería menos.

El Celtic se había fijado en un joven minero llamado John Thompson, curiosamente protestante, portero de la selección escocesa y del Wellesley Juniors, que tenía apenas diecisiete años. Así que, en octubre de 1926 tras una gran actuación con su modesto equipo, acordó verbalmente su traspaso al Celtic, firmando el contrato el 1 de noviembre. Thompson pudo dedicarse exclusivamente al fútbol de manera profesional, abandonando su arriesgada profesión de minero, que tantas tragedias y muertes llevaba a los jóvenes, y no tan jóvenes. El Rangers en aquel momento era el auténtico dominador de la Liga y la Copa escocesa, y la llegada del joven Thompson, a pesar de ser protestante, fue aceptada rápidamente entre la afición católica. Thompson, además, había rechazado una oferta del Arsenal londinense que triplicaba la que ofrecían los «hoops», los verdes-i blancos de Glasgow.

 

 

 

Con su llegada, todo parecía haber cambiado. El Celtic, con una actuación espectacular de su joven portero, logró la Copa de Escocia la temporada 1930/31. Los seguidores celtas tenían un nuevo ídolo, pero todo cambió al inicio de la temporada siguiente. El 5 de septiembre de 1931, se celebraba una edición más del clásico derby de la ciudad más populosa de Escocia. Cuando iban empatados a cero y ya habiendo dado muestras de su calidad, el joven Thompson con dos paradas increíbles en sendos «mano a mano» con los delanteros de los «gers», pasó lo que nadie podía imaginar. El delantero azul Sam English, internacional norirlandés, se plantó solo ante el marco del Celtic, pero John Thompson no dudó en lanzarse a sus pies para intentar quitarle el balón. El choque de la rodilla con la cabeza del jovencito portero fue terrible. Enseguida, la sangre corrió por la cara del portero, quien habiendo perdido el sentido, yacía sobre el terreno de Ibrox Park, sede del Glasgow Rangers.

 

 

Horas después de la finalización del partido se certificaba la muerte del joven portero, de la gran promesa de la portería de la selección escocesa. Se formó un espontáneo altar, con multitud de flores, en el Celtic Park, y en el de su rival en el joven Thompson había encontrado su dramática muerte, el Ibrox Park. Al día siguiente sus restos fueron llevados a su localidad natal, la minera Cardeden, una pequeña población a 57 kilómetros de Glasgow. Los clubes de fans, ya numerosos en aquellos tiempos en Escocia, organizaron marchas para acudir a su funeral. Más de treinta mil seguidores de ambos equipos, se presentaron a la pequeña población. Al funeral, el capitán del Glasgow Rangers leyó la oración fúnebre, y el féretro fue cubierto por una bandera verde y blanca y jugadores de ambos equipos lo llevaron a hombros hasta el lugar donde guardaría eterno reposo.

 

 

Sam English, aunque todo el mundo comprendió que se había tratado de un accidente, cayó en depresión y optó por cambiar de aires, firmando por el Liverpool, pero ya nunca volvería a ser el mismo, ni como futbolista ni como a persona. Hoy día la afición del Celtic sigue recordando a su joven y efímero ídolo: «Manos a Celtic, levantaos todos y jugar, que está bajo los palos el espíritu de John Thompson», canta frecuentemente la afición verde-y -blanca. El joven Thompson fue el único jugador que consiguió unir, aunque solamente fuera por un día, a las dos aficiones que más odio se guardan en el mundo del fútbol.

 

 

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Frichu Yustas
@Fritzyustas (Twitter)