El 1 de octubre de 2009, el delantero del Manchester City Emmanuel Adebayor fue castigado con una multa de 27.500 euros por su celebración de gol ante la afición rival en el partido contra su exequipo, el Arsenal. Tal fue el bochorno, por aquel sinsentido de sanción, que la Football Association decidió dejar sin validez los dos partidos de suspensión que le impusieron, ante las acusaciones de racismo y bullying del organismo hacia el jugador togolés.
Un capítulo lamentable de la Premier League que incluso fue a más cuándo la Football Association amenazó al jugador en hacer efectiva la sanción si el delantero volvía a cometer una «violación del código» similar a aquella antes de diciembre de 2010. «A la hora de tomar esta decisión, la Comisión ha decido valorar que el jugador admitiera su culpa, pidiera disculpas públicamente y la naturaleza extremadamente provocativa de los ataques que recibió (por parte de la hinchada del Arsenal)», explicaba a través de un comunicado la Federación.
«Sin embargo, la Comisión también considera que los jugadores tienen la responsabilidad de comportarse de una manera adecuada y de vigilar que sus celebraciones sean correctas, ya que, de no ser así, pueden causar alteraciones del orden público», precisa en su dictamen.
¿Qué fue lo que pasó?
El delantero togolés, que fue traspasado del Arsenal al Manchester City aquel mismo verano a cambio de unos 30 millones de euros, aseguró tras abandonar la disciplina del equipo londinense que se sintió como un chivo expiatorio durante sus últimos días en el Emirates Stadium.
La supuesta «provocación» de Adebayor se produjo el pasado 12 de septiembre en el campo del Manchester City, cuando nada más marcar un gol, el que ponía el 3-1 en el marcador, recorrió a toda velocidad el campo entero, esquivando incluso a sus propios compañeros, para celebrar el tanto de rodillas en el césped justo en la zona donde veía el partido la hinchada ‘gunner’. La Federación inglesa ya le había sancionado anteriormente con tres partidos de suspensión por un pisotón a Van Persie que rozó la cara del jugador holandés del Arsenal y acabó impactando en su mano.